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NECROLÓGICAS

Vicente Saadi, caudillo de Catamarca

Pocos días antes de cumplir 75 años, murió en Buenos Aires el dirigente peronista Vicente Leónides Saadi, gobernador de la provincia de Catamarca. Todavía vivió para ver el triunfo de Carlos Menem en la elección interna del peronismo. Las lenguas afiladas decían en Buenos Aires, al comentar la noticia del fallecimiento de Saadi, que "todavía tuvo tiempo para su última putada". Con eso aludían a que Saadi se declaró neutral en la provincia que gobernaba y aseguró a Cafiero que la elección sería impecable. En Catamarca, Menem tuvo 25.261 votos, y Cafiero, sólo 776. Esta cifra revela que la neutralidad de Saadi fue sólo de puertas afuera.Hijo de un próspero comerciante libanés, Saadi inició su carrera política con los radicales, pero, subyugado por la figura de Perón, se sumó al peronismo. La vida de Saadi fue una encarnación perfecta de las contradicciones del peronismo. Como símbolo puede servir que tras su muerte se decretaron en Argentina tres días de luto nacional, y sobre su féretro había depositada una corona con el nombre de Mario Firmenich, el dirigente guerrillero de los montoneros condenado a cadena perpetua por sus crímenes.

Desde Firmenich hasta el ultraderechista Herminio Iglesias, Saadi se entendió con todos, según el momento político y su conveniencia. Llegó a gobernador de Catamarca por primera vez en 1949. Cuatro meses después, Perón ordenó intervenir la gobernación y deponer a Saadi porque "reina en Catamarca un crudo nepotismo y se vive un clima de persecución y negación de s derechos fundamentales". Expul saron a Saadi del partido, fue procesado y encarcelado. Desde entonces, su vida política siguió una línea sinuosa.

Durante la dictadura militar, Saadi militó en la izquierda peronista. Con la llegada de la democracia se alió con Herminio Iglesias y ocupó la vicepresidencia el Partido Justicialista. El año pasado, Saadi heredó de su hijo Ramón la gobernación de Catamarca. Durante el mandato de su hijo escribe la revista Acción que, "sobre 79 adultos de la familia Saadi, 78 ocupaban cargos oficiales".

Ezequiel Sánchez escribió de Saadi: "En medio siglo de azaron vida política, siempre prefirió la trenza en la discreta soledad e los despachos a la prueba de fuego sin retorno de una tribuna pública". Añade el biógrafo que Saadí "fulmina al imperialismo y la oligarquía, pero tiene demasiados amigos ricos, corno él, un terrateniente que no hizo buenas migas" con Eva y mereció el anatema de Perón.

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