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Irán estudia la legalización de los partidos

Las autoridades iraníes quieren impulsar la legalización de los partidos políticos, según informaron el pasado fin de semana a EL PAÍS fuentes diplomáticas iraníes en Madrid. La iniciativa parte del Ministerio del Interior (Besharate Keshvar), que encabeza el hoyatoleslam Alí Akbar Mohtachemi. Según los medios citados, "existen numerosas asociaciones de carácter político que actúan en la escena iraní, pero su actividad precisa una regulación más detallada".La iniciativa constituye el primer intento de apertura política formal de la República Islámica a los partidos -cuyo juego está previsto y legislado en la Constitución de 1979-, desde la disolución del principal partido iraní, el gubernamental y a la sazón único Partido de la República Islámica, PRI, en mayo de 1987. Muyaidin y comunistas fueron ilegalizados en 1981 y 1983, respectivamente. Otras fuentes oficiosas iraníes aseguran que, por primera vez, Teherán se plantean la dirección de alternativas aperturistas, que ahuyenten la posibilidad de una salida traumática y rupturista contra el régimen, a la muerte del imam Jomeini.

Sin embargo, estos testimonios chocan frontalmente con la reciente ejecución en Teherán de Anushirvan Lotfi, dirigente de la Organización de los Fedayin del Pueblo; la del líder de las Juventudes del Partido Tudeh de Irán, Kiomar Sachenasz, o el también reciente encarcelamiento de seguidores del líder nacionalista y primer jefe de Gobierno de la República Islámica de Irán, Mehdi Bazargán, quien envió una carta muy crítica a Jomeini para que terminara la guerra contra Irak.

Las intenciones aperturistas se producen simultáneamente a una concentración de poderes reales sin precedentes en la historia de la República Islámica en la persona de Hachemi Rafsanjani, presidente del Parlamento, recientemente nombrado jefe de las Fuerzas Armadas de Irán. La tarea que Rafsanjani tiene por delante consiste en unificar las fuerzas armadas regulares y las irregulares, constituidas éstas por el Sepah Pasdaran, el Ejército de los Guardianes de la Revolución.

Rafsanjani anunció aumentos de salarios a los pasdaran y el establecimiento de rangos militares. Pese a estas promesas, existen fuertes resistencias dentro de la Guardia Revolucionaria a aceptar el liderazgo de Rafsanjani, por su giro hacia posiciones pronorteamericanas. Por su parte, muchos militares no quieren integrarse en un ejército religioso como el Sepah. Situaciones de intenso patrullaje armado callejero, similares al estado de sitio, prohibido por la Constitución, se observan los últimos días en Shiraz, Ispahán y Teherán, según fuentes de la oposición.

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