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Corrupción en China

Aireado un mal endémico que amenaza las reformas

Los estudiantes que el mes pasado se manifestaron en la universidad de Pekín sacaron a relucir, junto a las anteriores consignas en favor de la democracia y los derechos humanos, un tema nuevo: el de la corrupción de los funcionarios y los cuadros del partido comunista. Este asunto, lejos de poder ser enviado al infierno de las heterodoxias burguesas, se ha vuelto, en pocos años, uno de los centros de preocupación del poder.

En un momento en que se trata de implementar una reforma de precios y de liberar las energías, la corrupción -bajo la forma de cohechos, sobornos, clientelismo, abusos de toda índole en regiones que escapan al control del peder central- socava las raíces mismas de la legitimidad del pode r.Tanto más cuanto que el Partido Comunista de China (FCCh), tras la pérdida de su función mesiánica, argumenta su permanencia como partido único en la "superioridad moral del socialismo". Costoso le sería que la opinión comenzase a identificarlo con los mandarines que haraganearon en China durante 2.000 años o con los señores de la guerra que actuaron a su arbitrio durante el período republicano.

"En nuestro país, ¿el poder se funda en el derecho o bien se lo arroga?", preguntaban recientemente dos periodistas del Diario de la Legislatura China, en un artículo que denunciaba al secretario del partido de una localidad serniapartada de la provincia de Hunan, impune pese a las acusaciones de malversaciones, violaciones y falsos testimonios que se le imputan. Otras publicaciones oficiales han informado sobre casos de corrupción de funcionarios, a los que se acusa de utilizar su posición y las reformas económicas para enriquecerse rápidamente.

Pero este tipo de acusaciones no es algo que esté de moda hoy en día en el país más poblado del mundo. Las nuevas exigencias de la modernización situaron a muchos advenedizos en el ranking de la estima social. Hoy ya no son los abanderados rojos modelo los que crean émulos en las masas, sino el director de empresa exitoso, el estudiante que se las arregla para obtener un visado extranjero o el ciudadano ordinario que consigue divisas para comprar un objeto de importación.

La justicia lidió en 1987 con unos 8 1.000 casos de corrupción, y su índice de crecimiento anual se dobla de año en año. Lo que ha logrado recuperar el Estado procedente de tráficos ilegales y sobornos suma centenares de millones de yuanes.

El año pasado, los principales récords comunicados por el Fiscal del Pueblo fueron marcados por el empleado de una compañía de comercio exterior, el contador de una fábrica de abonos y el subjefe de una textil, los cuales medraron en provecho propio por un equivalente de 592.000 dólares (un salario supera raramente los 60 dólares). El oscar de la celebridad, por su parte, lo mantierten aún los millonarios contrabandos de automóviles, televisores y otros juguetes de Hong K.ong y Tokio, en los que se vio involucrada la nomenklatura de la isla de Hainan, en 1985

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Expulsados del partido

El partido expulsó de sus filas en los primeros cinco meses de este año a 185 personas acusadas de dedicarse a prácticas deshonestas. Estas medidas, lejos de dar satisfacción a los estudiantes que acusan al sistema de corrupto, generan más quejas, pues el partido dispone de sus propios estatutos disciplinarios y juzga a sus miembros (salvo en los casos de fraudes demasiado voluminosos) a puerta cerrada.En síntesis, a un país que acumula en sus entrañas rasgos defeudalismo, de socialismo y de capitalismo corresponde una corrupción igualmente compleja, detrás de la cual se perfila, por lo demás, una lucha entre sectores por ocupar las nuevasáreas de la economía: la exportación, la importación, la capitalización de la tierra, la propiedad de bienes raíces y la autonomía de gestión empresarial y los servicios.

En este extraordinario concurso de circunstancias, los reformistas podrían ver peligrar su misión por obra de dos fenómenos aparentemente inconexos; por un lado, las tensiones creadas por una población mayoritariamente educada en las virtudes del igualitarismo a ultranza. Por el otro, la comprensión enrevesada que algunos cuadros del partido comunista hicieron de la famosa consigna pronunciada por Deng Xiaoping hace algunos años: "¡Enriquecerse es glorioso!".

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