Un trabajador del 'rock and roll'
Ramoncín es un trabajador del rock, como Bruce Springsteen. Ofrece maratonianos conciertos de tres horas de duración, como el de Nueva Jersey, utilizando para ello una concepción del directo muy similar a la de aquél, basada en una buena banda de acompañamiento y en determinados gags coreográficos. Pero Ramoncín no es el boss, y su grupo no es la E Street Band. Por este motivo tan obvio, los mejores momentos de su puesta en escena hay que buscarlos cuando Ramoncín es Ramoncín, cuando se olvida de parrafadas moralistas y se desgañita cantando, cuando deja de mirarse a sí mismo y echa el resto con la guitarra o la armónica.Con este concierto se daban dos pasos importantes en su ya larga carrera. Por un lado, servía de presentación a Fe ciega, su séptimo elepé, y por otro daba el banderazo de salida a lo que será su larga gira para este verano. Ramoncín se enfrentó al público madrileño, que abarrotaba, un peculiar recinto, 180 minutos sobre el escenario en los que desgranó 32 canciones, en un desesperado intento por agradar, por conquistar a un público favorablemente predispuesto. Y es que Ramoncín en directo se vacía, se entrega, sorprendiendo gratamente con una voz más firme y segura que en disco, potenciada con un sonido impecable. Posee además un magnetismo que sólo puede venir de la seguridad, de la confianza en sí mismo y en su trabajo, encandilando con facilidad a sus oyentes.
Concierto de Ramoncín
Ramoncín (voz, guitarra y armónica), Cristóbal Delgado (teclados), Antonio Molina (guitarra), Julio Strombaker (guitarra), Basilio Montes (bajo), Migue Gil (saxofón), Luis García (batería). Pabellón de Convenciones de la Casa d Campo. Madrid, 1 de junio.
Sensualidad
Sus textos rezuman sensualidad, despidiendo un cadencioso y suave erotismo que impregna la mayoría de baladas que interpreta. Gran parte de su repertorio está formada por este tipo de canciones, dando al concierto un ritmo agradablemente desigual en el que rocanroles y temas lentos se alternan formando ajustados bloques. Atención especial merece su grupo, una banda seria y poco amiga de lucimientos personales, a la que se han incorporado un batería y un saxo. Logran un buen sonido en vivo, el sonido adulto que Ramoncín persigue, pese a sufrir los inconvenientes de un raquítico volumen en las guitarras. Son detalles a pulir durante un verano largo y caliente, en el que debe desaparecer definitivamente la sombra de Nueva Jersey.
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