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Los medios informativos estatales han puesto especial empeño en resaltar que los viajes del presidente González a Manila y Yakarta tenían diferentes contenidos. El contenido del viaje a Manila era político, reforzar la frágil democracia de Corazón Aquino. El contenido del viaje a Yakarta era económico, asegurar una coproducción de aviones en tecnicolor, de aviones que pueden volar muy alto e incluso venderse en Estados Unidos. Tan pesados se han puesto los medios informativos estatales en destacar la diferencia de contenidos, que hasta el más imbécil del lugar se habrá dado cuenta de que aquí había muerto encerrado. Sí, señor. Lo había. Y no uno, 500.000.Nuestro jefe de Gobierno ha avalado con su viaje ese frágil corazón de la democracia filipina, pero también ha dado continente, ya que no contenido, de respetabilidad a un delincuente histórico como el señor Suharto, con su poder edificado sobre miles y miles de izquierdistas indonesios, la mayor parte comunistas, cazados como animales, exterminados en un ejercicio de solución final durante el golpe militar de mediados los años sesenta. Sobre aquella matanza se ha construido la parodia de la actual democracia vigilada indonesia, y Felipe González ha ido a dar el visto bueno a 500.000 cadáveres cuando ha demostrado su repugnancia a dar el visto bueno a, los 50.000 que hay en el haber de: Pinochet. Pero es que los muertos de Suharto están más lejos, y al ser orientales, todos parecen ser la misma persona. Los muertos en Extremo Oriente se notan menos. Todos parecen criados filipinos o pinches chinos de restaurantes de mala muerte.

Que un jefe democrático, socialdemocrático para ser más exactos, viaje a la sangrienta corte del generalísimo Suharto en 1988 es como si un equivalente hubiera dado su respaldo al generalísimo, Franco a fines de los años cincuenta, 20 años después de la corrida civil. Claro que había que vender aviones, pero para eso están los ministros que viajan con las carteras llenas de haberes y deberes, no de símbolos. Felipe González ha vuelto a subirse al Azor.

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