La sorpresa vino de Australia

Las nuevas bandas de rock australianas invadieron, junto a las suecas, el mercado discográfico al comenzar la década de los ochenta, regando con nueva savia un panorama musical marchito y aburrido. Muchos de esos grupos han visitado ya nuestro país, pero ninguro ha dado muestras de un nivel tan alto como los australianos Midnight Oil.El quinteto comandado por Peter Garret demostró que el buen rock carece de fronteras geograficas, viéndose únicamente limitado por las ideas, la imaginación y la capacidad de trabajo de los músicos. Y ellos están sobrados de estas tres cualidades.

En el escenario de la sala Jácara, magníficamente ambientado como una zona semidésertica, se podía interpretar tranquilamente una obra de Sam Shepard. Este despliegue impidió que Mercedes Ferrer pudiera presentar su segundo LP, al no tener espacio para instalar su equipo de sonido pero ayudó en gran manera al impacto visual de la actuación. Totalmente rapado y empapado en sudor, Garret cautiva desde el primer tema por su poderosa voz, su movilidad y, sobre todo, con su inmensa capacidad para comunicar. Vocalmente se ve apoyado en todo momento por el bajo y el batería, ganando así los temas en intensidad y fuerza.

Originalidad

Y es el que el planteamiento de este grupo que viene de las antípodas es realmente original. Musicalmente no se limitan a seguir líneas establecidas, buscando la sorpresa en cada canción, bien estructurándolas de una forma muy particular y atípica o bien realizando unos arreglos tremendamente ricos en matices.Midnight Oil es un grupo que parece sobrado de ideas musicales, teniendo también muy claras sus opiniones políticas, opiniones fielmente reflejados en textos y comentarios entre temas. A todo esto debemos añadir que los músicos son magníficos, y que en cada acorde se nota que llevan un año de gira ininterrumpida, con lo que su sonido como bloque es realmente impresionante. Rompiendo fronteras a golpes de imaginación, se han convertido en la gran sorpresa del rock australiano.