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RELIGIÓN

El Vaticano zanja el conflicto con Lefebvre al 'legalizar' su hermandad sacerdotal

El arzobispo integrista francés Marcel Lefébvre, fundador de la hermandad sacerdotal de San Pío X, y la Santa Sede han llegado a un acuerdo definitivo. Lefebvre acepta la autoridad del Concilio Vaticano II, "interpretado según la tradición", y como contrapartida obtiene para su hermandad sacerdotal la legalización como "asociación de vida sacerdotal" con dependencia directa del Vaticano. Así lo expresan los puntos básicos del acuerdo, del que aún no se conocen los pormenores, y que ayer publicó el periódico milanés Il Giornale y confirmó más tarde la Agencia Giornalistica Italia.

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Evitar un cisma

El arzobispo rebelde y sus -sacerdotes -unos 250, ordenados válida pero ¡lícitamente en estos 12 años que ha estado suspendido a divinis- podrán seguir diciendo la misa en latín, conforme al misal romano y al rito de san Pío V, utilizado por la iglesia desde el siglo XVI a la mitad del XX. Lefebvre podría, además, ordenar un obispo en el próximo mes de junio.Después de 15 años de hostilidades y de que Pablo VI suspendiera a Lefebvre en 1976 de sus funciones ministeriales, ha sido una comisión mixta, compuesta por miembros elegidos por el arzobispo integrista y otros por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), la que ha ultimado los detalles del armisticio, definitivo, según parece, entre el fundador de la Hermandad y la Santa Sede. El hecho de que no se hayan dado a conocer los extremos últimos del pacto ni éste haya sido anunciado oficialmente se interpreta como un deseo del Vaticano de no lanzar las campanas al vuelo en ausencia del Papa, que se encuentra de viaje en Suramérica, o de intentar controlar dificultades de última hora que pudieran plantear obispos en cuyas diócesis trabajan sacerdotes lefebvrístas.

Legalización

El punto principal del acuerdo alcanzado es el reconocimiento jurídico de la Hermandad Sacerdotal de San Pío X como "asociación de vida sacerdotal" dependiente del Ministerio para la educación católica vaticano, y la dotación de estructuras y dirección autónoma a aquélla, aunque sus miembros deban colaborar con los obispos de las diócesis en las que residen. Tal status recogería los deseos de Lefebvre, preocupado por dar una consistencia definitiva a sus partidarios y a los seminarios en que se forman. En este ámbito, Il Giornale afirmaba ayer que el arzobispo extremista podría consagrar un obispo, quizá el actual responsable de la Hermandad, el alemán Franz Schmidberger, a finales de junio.

Las negociaciones han sido largas y difíciles, pero puede decir se que el final feliz se sospechaba desde el pasado mes de octubre, cuando el cardenal de Dakar, Giacinto Thiandotim, relator general del último sínodo de obispos, que se celebraba por entonces en Roma, declaró a un semanario, refiriéndose a Lefebvre, que "el Espíritu Santo trabaja en él" y que el arzobispo rebelde seguía "el mismo programa que Juan Pablo II".

Thiandoum dijo entonces que poseía una carta en la que el autor de Yo acuso al Concilio declaraba aceptar el Vaticano II "leído a la luz de la tradición. Y esto", añadía el cardenal de Dakar, "es el programa de Juan Pablo II, expresado en su primer discurso tras su elección como Pontífice". La fórmula de aceptar el Concilio "a la luz de la tradición" había sido usada con anterioridad por Lefebvre para negar, en la práctica, el Vaticano II.

Ahora, según el acuerdo obtenido, el arzobispo integrista se compromete a seguir el Concilio, pero sin renunciar a los valores tradicionales. La fórmula no sólo no es nueva en boca de Lefebvre, sino que, además, entronca con la carta que Juan Pablo II escribió al cardenal Ratzinger el pasado mes de abril, en la que, refiriéndose al caso, acusaba a los progresistas de no tener en cuenta la tradición y a los conservadores de haberse anclado en el pasado olvidando la puesta al día querida por el Vaticano II.

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