Espartaco torea un armario
Jerez Espartaco está en un momento cumbre de su carrera. Tiene un sitio envidiable. Encuentra la distancia adecuada a cada toro inmediatamente. Como dicen los taurinos es capaz de torear un armario". Ayer realizó, en el sexto toro, la mejor faena que le hemos presenciado. Era un toro con 600 kilos, bravo y nobilísimo, pero con las fuerzas muy justas. Lo mimó el de Espartinas en el tercio de banderillas, colocándolo personalmente en suerte las tres veces. Todos pensábamos que el toro se le iba a caer en la muleta. Sólo lo hizo una vez, y sin embargo Juan Antonio se hartó de torearlo, con un temple, una cadencia y un sosiego admirables. Los muletazos, sobre ambas manos, fueron largos perfectamente rematados y ligados. Unas veces cargó la suerte. Otras no. Su posición, ora de frente, ora de medio frente, o de costadillo. Todo muy despacio y muy bien hilvanado. La plaza se volvió loca.A su primero, que no era boyante, había que llevarlo muy toreado para no tropezara la muleta, Espartaco lo consiguió algunas veces. Muletazos limpios y bien rematados, y otros, como los de pecho, bastante embaruliados.
Jandilla / J
A. Campuzano, Ojeda, EspartacoToros de Jandilla: desiguales de presentación y juego, muy escasos de fuerzas. José Antonio Campuzano: media caída, descabello (silencio); estoconazo (ovación y saludo). Paco Ojeda: pinchazo, estocada muy caída (silencio); estocada (pitos). Espartaco: estoconazo (oreja); estocada muy caída, descabello (dos orejas, salida a hombros). Plaza de jerez 15 de mayo.
El primer toro de Campuzano llegó a la muleta muy aplomado y probón. Si a eso le añadimos la desconfianza del diestro, el resultado no pudo ser bueno. Tuvo la virtud de la brevedad. El cuarto le miraba la femoral, y sólo sin quitarle la muleta un momento de la cara podría haberio toreado. Anduvo dubitativo y no dio brillo a su labor.
Paco Ojeda tuvo una actuación deslucida. Los numerosos partidarios de Sanlúcar que ha bían ido a verle tuvieron que so portar la fuerte pita con que fue despedido al abandonar la plaza. Su primer enemigo llegó muy quedado a la muleta y con pocas fuerzas. Ojeda estuvo enorme mente precavido y, tras unos redondos despegados, tiró a aliñar. Al quinto, muy pobre de cabeza, lo tanteó sobre ambas manos, y cuando advirtió que se quedaba en mitad de la suerte, lo mató de una estocada.
La corrida de Jandilla, de desigual presentación, y juego muy desigual, tuvo como característica general la escasez de fuerzas.
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