Franca Sciuto

Cuando los argelinos luchaban contra los ocupantes franceses, Franca Sciuto ya sentía la llamada de las causas minoritarias. Desde la universidad, y a contracorriente de las fuerzas políticas galas, se opuso a la guerra que mantenía la metrópoli con su colonia. Con los años, y ya como asesora jurídica comunitaria, volvería a nadar contra el poder y sus abusos, esta vez desde Amnistía Internacional (Al), organización que preside desde el año pasado. Franca Sciuto se encuentra estos días en España, donde asiste a los actos del X aniversario de la legalización de la sección española de Al.

Franca Sciuto, nacida cerca de Milán, pasó su infancia en Boulogne-sur-Mer (Francia) y estudió en centros universitarios galos de Lille, Estrasburgo y Trento (Italia). De su época joven recuerda sus ganas de luchar "contra los molinos de viento". Los molinos se han materializado en injusticias y abusos de poder y su lucha continúa. "Cuando estuve en Bruselas -entre 1960 y 1961-, tenía un amigo africano, de Burundi. Él había estudiado en Lovaina (Bélgica), y en universidades norteamericanas había conocido el sistema democrático. Cuando volvió a su país intentó impulsar medidas democratizadoras. Fue detenido, condenado a muerte y ejecutado. Su padre era entonces el líder de ese país", explica.A partir de esa experiencia, cuando Franca Sciuto era auxiliar jurídico del Consejo de Ministros comunitario, comenzó su carrera en la recién creada Amnistía Internacional. Sin embargo, su largo currículo en favor de los derechos humanos no deja de depararle sorpresas. "En algunos países se detiene a los niños y hay casos en que se les tortura", y cita los territorios ocupados por Israel, y a Irán, (Colombia o Suráfrica. Precisamente de este último país recuerda el caso de un niño de 11 años: "Lanzó una piedra contra el coche de un militar. Fue detenido y después de un año de permanecer en prisión se le denegó la libertad porque suponía un peligro para la seguridad del Estado surafricano", explica-

"En Birmania", añade, "se encuentra detenida una mujer que ha cumplido su 31º aniversario en la cárcel. Fue detenida, junto a su madre, cuando tenía un año. El motivo fue inmigración ilegal", dice, y asegura que la vulnerabilidad de los niños no es un atenuante.

De esa lucha que Franca Sciuto lleva a cabo contra sólidos molinos de viento no escapan los países democráticos con sus respectivas legislaciones antiterroristas. "La experiencia nos dice que esos días de incomunicación son el período en que se tortura a los detenidos. Es el momento adecuado, ya que en muchos casos se priva al arrestado de atención médica, de asistencia de letrado y de comunicación con su propia familia. Cada Estado europeo debe asegurar la paz de sus ciudadanos, pero con sus propias leyes ordinarias, sin promulgar legislaciones específicas", opina.

Aunque cree que en este siglo los derechos humanos están logrando la universalidad, lo cierto -tampoco lo oculta- es que las denuncias de encarcelamientos arbitrarios o malos tratos se acumulan en los locales de Al, en el londinense número 1 de Easton Street, donde se constata diariamente la violación de los derechos mas elementales de la persona.