El estilo sin pedantería

El trío formado por Álvard-Marías (flauta de pico), el holandés Wouter Möller (violonchelo) y la francesa Aline Zylberajch (clavécinista), se encargaron del último programa "de cámara y pofifonía" en el teatro Real. La asisten cia masiva, análoga a la de los conciertos sinfónicos, compensa de muchos excesos y adherencias propios de la música-espectáculo.Los tres artistas citados son profesores; los tres, aparte sus distintas naturalezas musicales han estudiado largamente las técnicas y los estilos y han coincidido en la práctica con especialistas holandeses; los tres colaboran con la suficiente frecuencia como para que su unión no sea ficticia sino que adquiera cuerpo y agrupación plena de calidad y de estilo.

Esta es la palabra clave frente a la música barroca, manierista o iluminista. Las condiciones de un buen estilo, que pueda ser valorado con altura, me parecen ser las de su aparente naturalidad, las de su ausencia de pedantería, la capacidad de síntesis de muy diversos afectos y pasiones depurados en formas objetivamente instrumentales y, en fin, la comunicatividad de la belleza. Todo lo cual resulta imposible de alcanzar sin dominio técnico que viene a ser la herramienta que el intérprete debe poseer pero no lucir con vanidad, como si constituyera un fin en sí misma.

Rasgo sustancial del estilo: la voluntad de diferenciación, el afán por deslindar los campos musicales, tal y como hicieron los intérpretes que nos ocupan, dando a Frescobaldi, Cima, Van Eyck, Fontana, Vivaldi, Corelli, Telemann, Couperin y Carlos Felipe Manuel Bach lo que corresponde a su sustancia y al tiempo que la alimentó.

Puntos culminantes del programa -variado, inteligente, extenso- fueron Frescobaldi y sus Canzone; Corelli y su Sonata en fa mayor, Couperin, y Vivaldi con la conmovedora Sonata en sol menor, Il pastor fido.

Si la denominada gran música, esto es, el sinfonismo de todos los días, puede explicarnos el ser de la música, entendida de una cierta manera, esta "otra música" nos da razón de su esencia. Por ello me parece fundamental su práctica y escucha y por lo mismo un concierto tan hermoso y bien realizado como el del martes posee junto a los valores emocionales los educativos, entendiendo el término en su significación más trascendente. Los aplausos más calurosos sonaron una y otra vez para Marías-Zylberajch y Möller.