Más madera
Conforme transcurren los días y se acumulan los hechos, mi admiración por el soberano, veterano y fundador Estado de Israel va aumentando frenéticamente, se va convirtiendo en fervor y a duras penas consigo reprimir mis babas verdes. Qué les voy a contar que ya no sepan, pero cómo me gustaría hacer hincapié en la limpieza con que se han cargado a un enemigo de fuste. Casi un centenar de balas en un solo cuerpo, el del número dos de la OLP, Abu Yihad, eso sí da solera a un Estado de derecho.Lo otro, lo de los territorios ocupados, aunque no deja de tener su mérito -están consiguiendo matar a mucho palestino con apenas un par de bajas propias-, resulta menos espectacular y no deja de ser un trabajo fácil. Está bien que cada día maten a unos cuantos y que con los que atrapan ensayen nuevos métodos para ablandar el pulpo gallego, pero, qué quieren que les diga: se trata de pueblo llano. Su exterminio no luce lo mismo. Y la monótona insistencia con que se produce hace que cada día salga menos en los periódicos.
En cambio, ese comando de elite, ese pasarse por el forro la soberanía de Túnez, esa encantadora impavidez a la hora de encararse con la opinión pública, que por tremenda y por hostil que sea no vale lo que un buen veto de EE UU en la ONU. Ese morrazo. Menudo notición de primera. Después de leerlo, ¿alguien va a dudar de que quienes están detrás del atentado pertenezcan realmente al pueblo elegido? Y si no es el elegido, yo lo elegiría, pero ya.
Se lo han puesto difícil a Suráfrica, y eso que este Gobierno ya tiene mucha mano en lo de suprimir opositores políticos en el exilio. Y anda que no lo tiene duro Le Pen. No prosperará en Francia a menos que realice un envenenamiento de cuscús a gran escala. Los israelíes han puesto el listón muy alto.
De todos modos, bravo, muchachos, y adelante. Negros, moros, lo que sea. No os desaniméis. Ya sé que son muchos y se reproducen rápidamente. Pero cuando os entre la depre pensad en Adolfo. Hitler, por supuesto.
