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Miles de niños se adueñaron de tres kilómetros de la calle de Bravo Murillo

Los tres kilómetros que ocupa la calle de Bravo Murillo entre la glorieta de Cuatro Caminos y la plaza de Castilla se convirtieron ayer en escenario de la séptima edición del Día del Niño. Es ésta una de las fiestas más concurridas de cuantas organiza el Ayuntamiento de Madrid, que empleó un presupuesto de nueve millones de pesetas. Más de 300.000 personas asistieron a las 222 actividades preparadas especialmente para los pequeños ciudadanos.

Nueve millones de presupuesto, la colaboración de 154 entidades públicas y privadas, y la participación desinteresada de más de 300 jóvenes en la organización hicieron posible la celebración de esta nueva edición del Día del Niño.La calle de Bravo Murillo, en el distrito de Tetuán, cambia una vez al año -un domingo de abril- la saturación de automóviles por paseos en burro y camello,- danzarines, paracaidistas, malabaristas, talleres de manualidades y, sobre todo, niños.

A la una del mediodía quedó cortado el tráfico. En cuatro horas, con la amenaza constante de la lluvia, se montaba la retahíla de entretenimientos. A las cinco de la tarde, chupinazo. Con alcalde, globos y palomas incluidos. Cuatro horas de invasión infantil. Y a las nueve y media de la noche quedaba restablecida la normalidad del tráfico rodado.

Este año, la principal novedad de los festejos estaba en la acuñación de monedas con el tema del Día del Niño en una máquina instalada por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. A las atracciones de siempre -guiñoles, payasos, colchones hinchables, carreras de sacos y campos de fútbol-sala- se unieron otras vanguardistas, que el Ayuntamiento introduce últimamente en todos los festejos pensados para los más jóvenes: talleres de reciclaje de papel, oficina municipal de información al consumidor y talleres sobre si determinados productos son o no son biodegradables.

La atracción de la espuma

Como el año pasado, la zona dedicada a jugar con la espuma que utilizan los bomberos para apagar incendios fue la que más carcajadas causó a los niños, aunque esto provocara también el enfado de los mayores.Como viene siendo habitual, los lanzamientos de paracaidistas del Ejército fue otra de las principales atracciones, sobre todo por el efectismo de los hombres cayendo en los alrededores de la plaza de Castilla. La participación de los grupos de baile de diversas casas regionales y tunas universitarias dieron el toque de color a la fiesta.

Entre las novedades de este año se encuentra también un número de escapismo, protagonizado por un artista que ante el asombro de todos logra salir de un baúl que está suspendido de una grúa y atado con cadenas.

La mascota de los festejos es un personaje llamado El Tutu que aparece montado en bicicleta en los cárteles anunciadores. La mascota, es el resultado de un concurso entre los colegios públicos del distrito de Tetúan. Óscar Sánchez, autor del dibujo, obtuvo además una motocicleta.

En el programa de mano, el concejal presidente del distrito de Tetuán, Leandro Crespo, presentaba la fiesta en forma de cuento con final no muy feliz: "¡Una cosa!, advirtió el anciano, aquello es como un sueño, sólo dura un día. Estad atentos porque cuando se escapan los sueños es inútil correr tras ellos". De hecho, a las nueve y media quedó restablecida la normalidad del tráfico.

Sin embargo, antes de que ocurriera, los niños pudieron disfrutar de unos minutos de fuegos artificiales. La fiesta, creada con el objetivo de recuperar la calle para los niños, tuvo como contrapartida las largas esperas en colas que los niños tuvieron que soportar.

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