Un joven espectador fallece de un disparo en Argentina

El fútbol argentino fue azotado nuevamente por la violencia en la jornada de Liga que se disputó el pasado fin de semana. Una de las clásicas batallas campales que se suceden periódicamente en los estadios concluyó esta vez con una nueva víctima mortal: Marcelo Burgos, un joven de 23 años, fanático del San Lorenzo, que participaba en un asado al aire libre en el campo de deportes del Rosario Central. El lugar fue atacado por la barra brava del Newell's, clásico rival del Central en la ciudad de Rosario, ubicada a unos 380 kilómetros al noroeste de Buenos Aires. Entre las piedras volaron también algunos disparos y una de las balas "perdidas" atravesó el pecho de Burgos y le mató.

La lucha, en la que intervino luego un pelotón de la policía, dejó otros siete heridos y en el lugar fueron arrestadas 30 personas. Los testigos aseguran que las barras del San Lorenzo, equipo que marcha segundo en la Liga, y del Rosario Central, compartían un asado de camaradería cuando llegaron dos camiones cargados de hinchas del Newell's -el líder de la Liga que el domingo por la tarde se enfrentaba al San Lorenzo en su campo- y comenzó la provocación. Las familias que disfrutaban del almuerzo al aire libre huyeron espantadas y la zona se convirtió en un matadero hasta que llegó la policía.

Esa misma tarde, en la provincia de Córdoba -600 kilómétros al oeste de Buenos Aires- la barra brava del Instituto asaltó la tribuna que ocupaba la hinchada del Rácing de Avellaneda, unas 200 personas que habían llegado esa mañana a la ciudad, y les atacó con piedras, manoplas de acero y cadenas. La policía disparó granadas de gases lacrimágenos desde el campo de juego y logré dispersar a las dos bandas.

El nuevo brote de violencia que se detecta en el fútbol argentino no parece casual. Se produce al mismo tiempo que se agrava la tensión social.