Humor sano
Le pongo breves líneas, siguiendo la liturgia habitual, para agradecer el alto grado de satisfacción, la gota de humor sano que en la crítica de cine EL PAÍS ofrece.Hablo del júbilo que, durante tiempos de mediocridad y aburrimiento, los interesantes ensayos sobre el pase de la película de turno en televisión derraman los críticos del séptimo arte; digo críticos, no filósofos de avanzada escuela, pensadores que han viajado mucho sobre todos nosotros, pobre gente ordinaria, embrutecida por el hábito contumaz y salvaje de contemplar películas en lengua vemácula, que no en versión original, con el hermoso afán, heroico y nunca alabado bastante, de alumbrar la tiniebla profunda en nuestro conocimiento más pragmático.
Creo de corazón que es una gracia escribir así, tal vez un don, porque aunque los oscuros lectores, gente sin formación, equivocada al fin, no advertimos la poca trascendencia que ello tiene, aplaudiendo por el contrario el empeño de esos críticos para mostrar, en cada referencia y derroche de detalles, las 15 o 16 películas que su director realizó antes y algunas de las cuales -las mejores- jamás verán nuestros ojos ablépsicos, las transfiguraciones en los guiones, el perfume del metraje y otras concisiones, despachando la película para televisión con mucha prisa, como de mala gana al descender el autor de la crítica a esas vulgaridades, urgidas por nuestra mente torpe y ansiedad reprochable.
Que perduren, señor director, que perduren esas críticas, como aún perviven las secuelas más románticas del mayo francés en los cerebros una pizca tronados de nuestros hermanos mayores, de nuestros cuarentones ilustres.
En verdad, son descacharrantes.-
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