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La lglesia ortodoxa rusa cumple mil años

La tolerancia oficial permite la práctica a una población creyente que se acerca al 20% de los soviéticos

Pilar Bonet

En vísperas de la celebración del primer milenio de la Iglesia ortodoxa rusa, fieles y sacerdotes, animados por un clima de mayor tolerancia oficial, presionan a la jerarquía eclesiástica para que salga de su apoltronamiento y asuma posiciones más combativas y exigentes frente al Estado ateo soviético. La jerarquía, sin embargo, se apega a "los métodos de resolver problemas que ha usado desde la revolución", según dijo esta semana el metropolita Filaret de Kiev al término de las reuniones realizadas en Moscú para preparar el programa de festejos del milenio.

El monasterio de Danilov, de Moscú, recuperado por la Iglesia ortodoxa en 1983 tras haber sido convertido en una fábrica de neveras y una inclusa después de su confiscación por el Estado en 1930, está ya a punto para ser la sede central de los festejos a principios de junio.En el monasterio de la Trinidad, de San Sergio de Zagorsk, el Vaticano de la Iglesia ortodoxa, se celebrará, a su vez, un concilio ortodoxo del 6 al 9 de junio. Casi 500 huéspedes extranjeros, representantes de distintas confesiones, incluida la Iglesia católica, asistirán a estas conmemoraciones cuyo origen es el bautizo, en el año 988, del príncipe VIadimir, de Kiev. Con este gesto, que sellaría el destino espiritual y cultural de la URSS, Vladimir pudo casarse con la hermana del emperador de Bizancio y emprender una cruzada unificadora del Estado ruso.

Desde la llegada al poder de Mijail Gorbachov, las autoridades soviéticas muestran mayor tolerancia ante la práctica de la religión.

Actos oficiales

La Iglesia ortodoxa, la mayor confesión religiosa del Estado soviético, ha desempeñado un papel más activo en actos oficiales y ha recibido en 1987 dos monasterios confiscados en época de Stalin. Uno de ellos, el monasterio de Tolgskoi, en la ciudad de Yaroslav, será el primer monasterio femenino en territorio de la República Federada Rusa.

La Prensa soviética se ha sumado a la campaña de recuperación de tradiciones y valores menospreciados y a la restauración de templos y monasterios, convertidos en talleres y almacenes en la campaña antirreligiosa de los años veinte y treinta. Hasta una supuesta aparición de la virgen María, ocurrida en un pueblo ucraniano, ha sido recogida por la Prensa central, que criticaba a las autoridades locales por espiar y regañar a los peregrinos.

Por primera vez, la URSS ha revelado algunos datos sobre la práctica de la religión. Entre el 10 y el 20% de la población soviética (es decir, entre 28 y 56 millones de: soviéticos) son creyentes, según el presidente del Consejo de Asuntos Religiosos, Konstantin Jarchev. Los fieles se distribuyen mayoritariamente entre ocho religiones distintas, siendo la fe ortodoxa la primera y la Iglesia católica la segunda.

Leyes represoras

Si bien el número de comunidades ortodoxas y el número general de bautizos habían disminuido en la década de los ochenta, los bautizos de los niños en edad escolar se habían multiplicado por cuatro en 20 años, alcanzando un total de algo más de 40.000 en 1986, y la misma tendencia registraban las confirmaciones, los matrimonios religiosos y los funerales, pese a la merma de posibilidades profesionales que la práctica religiosa lleva aparejada en la sociedad soviética.

Las autoridades civiles han anunciado su intención de cambiar las leyes que regulan las actividades religiosas en la URSS, pero la Iglesia ortodoxa no participa en esa reforma.

La religión está sometida actualmente a unas normas de la época estalinista basadas en el decreto de 1918, donde se establecía formalmente la separación de la Iglesia y el Estado. La actividad de los clérigos está limitada a la parroquia.

La enseñanza de la religión a los niños, la propaganda religiosa y la beneficencia están prohibidas. El Estado, representado en el Consejo para Asuntos de la Religión, se reserva la última palabra en la apertura de nuevas parroquias o confirmación en su puesto de nuevos sacerdotes.

El Código Penal castiga la enseñanza de la religión y las actividades de propaganda religiosa con penas de hasta cinco años de confinamiento, pero en ocasiones los tribunales han juzgado a los activistas religiosos contestatarios por antisoviéticos.

Alexandr Ogorodnikov, un disidente religioso liberado en 1987 tras ocho años y medio de cárcel, es hoy el líder de una corriente de oposición que ha organizado un milenio ortodoxo alternativo y edita la revista Samizdat, boletín de la comunidad cristiana.

En un documento avalado por 2.000 firmas, Ogorodnikov ha pedido a las autoridades soviéticas un cambio radical en la legislación de 1929, 1932 y las disposiciones represivas aprobadas en tiempos de Nikita Jruschov.

Entre las peticiones se cuenta la liberación de todos los prisioneros de conciencia, la libertad de predicar fuera de los templos, el reconocimiento de la personalidad jurídica de las comunidades religiosas y la abolición del decreto que, en 1922, nacionalizó los bienes de la Iglesia.

Reforma o ruptura

El documento pide el reconocimiento del derecho a asistir espiritualmente a presos y enfermos, y la equiparación ante la ley de la propaganda ateísta (protegida por la Constitución) y la propaganda religiosa prohibida.

Mientras los barbudos y corpulentos varones de la jerarquía ortodoxa se encontraban reunidos bajo las cúpulas doradas de Novodevichi, Ogorodnikov organizaba en su pisito moscovita una conferencia de prensa en la que cuatro jóvenes sacerdotes y un monje acusaron a la jerarquía eclesiástica de preferir los festejos al contacto y el compromiso con los problemas de los fieles.

La respuesta de la Iglesia ortodoxa no se hizo esperar. El Metropolita Filaret denunció las actividades no beneficiosas para la iglesia de algunos sacerdotes y legos" y les acusó de querer imponer unos métodos de acción que "conducen a la confrontación del Estado y la iglesia y pueden ser usados por los enemigos de la perestroika".

Filaret nombró al padre Gleb Yakunin, uno de los disidentes liberados en 1987, quien se ha pronunciado por el relevo del patriarca Pimen, de 78 años. Yakunin sigue por el momento al frente de la parroquia que le fue encomendada el pasado verano en las cercanías de Moscú. Pimen, cuya sucesión ha sido objeto de especulaciones, permanecerá en el cargo hasta el fin de sus días, de creer a Filaret: "El patriarca se elige de por vida y no hay razón para cambiar la norma".

Las voces que reclaman una separación auténtica entre Iglesia y Estado en la URSS vienen no sólo de medios disidentes, sino de personalidades como el académico Dimitri Lijachev, presidente del Fondo de Cultura de la URSS, quien recientemente ha dicho que el cristianismo no es una ideología, sino "una concepción del mundo, más una norma ética de comportamiento en la vida cotidiana".

Lijachov, a quien medios soviéticos consideran un cristiano encubierto, manifestaba al semanario Ogoniok que la historia de la cultura rusa comenzaba con el cristianismo. Lijachov, próximo a Raisa Gorbachova, opinaba que el cristianismo. era superior al paganismo reinante en Rusia en el siglo X e incapaz de satisfacer las necesidades del Estado. Con el bautizo de VIadimir, "la potencia bárbara del fin del mundo se transformó de repente en una potencia con cultura y religión mundial".

Lijachov abogaba por la edición de la biblia y afirmaba que la carencia de tales libros "hacía sufrir no sólo a los creyentes, sino también a los ateos". La posición de Lijachov contrasta con la del miembro del Politburó y secretario del Comité Central, Aleksandr YakovIev, quien en un discurso en la Academia de Ciencias de la URSS ha criticado los intentos de considerar la cristiandad como "la madre" de

la cultura rusa.

De pintor de iconos a santo

Iván Rublev, el famoso pintor de iconos que vivió entre finales del siglo XIV y principios del XV, será uno de los nueve santos que canonizará la Iglesia ortodoxa rusa durante los festejos conmemorativos de su primer milenio.Aparte de Rublev, autor del famoso icono de la Virgen La VIadimirskaia, la lista de los canonizados incluye al príncipe de Moscú Dimitri Denskoi (1350-1389), famoso por haber vencido a los tártaros en la batalla de Kulikovo (1380), un hito de la historia rusa que acabó con el mito de la invulnerabilidad de la horda de oro.

Kulikovo se logró con la ayuda espiritual del monje Sergio de Radonezh, a quien se dedicará un monumento durante el milenio y a quien el académico Dimitri Lijachev ha considerado el Francisco de Asís de la Iglesia ortodoxa.

Ninguno de los canonizados vivió en el siglo XX y el más reciente de todos ellos es el obispo Feofan Zatvornik, que lo hizo entre 1815 y 1894.

La disidencia religiosa, incluida una parte del clero, había solicitado la beatificación de los mártires del siglo XX, donde se incluyen, según Alexander Ogorodnikov, los obispos y monjes que fueron víctimas "del terror de Lenin y Stalin", después de la revolución soviética.

La lista comprende 3.500 nombres identificados, entre ellos el patriarca Tijon, que era el jefe de la Iglesia ortodoxa al suceder la revolución y que fue encarcelado en 1922.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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