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Paco Gascón

Un mensajero de la no violencia en El Salvador

Santanderino, de 29 años, objetor de conciencia y militante del movimiento de la no violencia, Paco Gascán decidió trasladarse a El Salvador hace cuatro meses como miembro de las Brigadas Internacionales de Paz, movimiento que interviene de un modo no violento en situaciones conflictivas como testigo internacional, sin tomar parte directamente en la política activa de los países a los que brinda su ayuda.

En la actualidad, en El Salvador sólo hay seis brigadistas, dos de ellos españoles, dedicados a tareas de escolta y acompañamiento en manifestaciones y locales de grupos populares amenazados por el Ejército salvadoreño, y extienden su labor de apoyo a los campos de refugiados. "Nosotros nunca nos meternos dentro de las manifestaciones, ni tomamos partido, nuestra misión fundamental en El Salvador es disuadir y ser testigos para que no se violen los derechos humanos".Desde hace 10 años ha dedicado todo su tiempo al movimiento antimilitarista. Conoció la existencia de las Brigadas Internacionales y decidió aceptar el reto. "Para mí era, además de un reto personal, un reto para el movimiento de la no violencia, porque siempre parece que en situaciones tan conflictivas no hay un espacio para la no violencia, y no desaproveché la oportunidad. Yo conocía la labor de las brigadas desde hace varios años, pero como era objetor no podía salir del país porque no tenía pasaporte".

En El Salvador, además de trabajar con los repatriados y con los indígenas, está integrado en un programa de alfabetización y educación, impartiendo un programa de educación para la paz que depende del Ministerio de Educación salvadoreño. "Hay un pequeño proyecto de trabajo de educación con los centros de reciclaje de profesorado, de renovación pedagógica. Hay que luchar desde todos los frentes, y es una garantía para que nos respeten un poco más. Yo ya tenía experiencia, pues he impartido varios cursos de educación para la paz, entendida como una educación para y en los conflictos, para que los que quieran meterse dentro de un conflicto sepan resolverlo de una forma no violenta".

Desde hace varios años lleva el seminario de entrenamiento para la acción no violenta, dando cursos en la mayoría de las escuelas de verano de España, lo que le ha proporcionado la suficiente experiencia para que la Universidad de la Paz de la ONU le haya contratado para dar un curso en Costa Rica.

Vivir en San Salvador, además de a compartir la tensión cotidiana, le ha obligado a adoptar nuevos hábitos de vida, para adaptarse a una alimentación diferente -"echo mucho de menos el queso", manifiesta, y los productos lácteos, que allí no hay"- y al caluroso clima.

Ha vivido experiencias duras junto a los salvadoreños, como pasar delante de unas metralletas preparadas para disparar, "y sobre todo hacer el viaje de vuelta de los refugiados desde Honduras, atravesando campos de minas, escoltados por el Ejército, no pudiendo bajar de los autobuses durante dos días, trasladar todos los bultos hasta la selva y encontrarnos en mitad de la selva, sin nada, caminando en medio de los bombardeos, ver morir a los niños de hambre... y empezar a organizar la vida de los refugiados partiendo de cero".

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