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'DOCUMENTOS TV'

Los asesinos de Martin Lutero King

En 1968 las fuerzas hostiles a la política de la Casa Blanca tenían una gran vitalidad: nacidas de sectores muy distintos y muy desiguales, se unían en sus principales objetivos. El espíritu de insurrección les vino de la angustia por el asesinato del presidente Kennedy en 1963. Su sucesor automático, Johnson, había modificado enteramente la línea abierta y liberal. La sospecha popular era que estaba secuestrado por los poderes fácticos. El propio Johnson decidió no presentarse a las elecciones de 1968: se lavaba las manos.La protesta abarcaba desde los hippies que ponían flores en los cañones de los fusiles a los violentos jefes del poder negro -Carmichael, que viajaba a Cuba, a Vietnam del Norte, a Argelia, para pedir ayuda a las revoluciones del mundo; Rap Brown, que estaba en la cárcel-, pasando por los desertores que quemaban sus papeles militares y se iban a Canadá o a Suecia, por los estudiantes que se manifestaban en los campus, por quienes querían crear una nueva izquierda -new left-, por los intelectuales y los cantantes.

El pastor Martin Lutero King había conseguido una unificación entre la violencia negra y su movimiento cívico. Había partido de la iglesia de su padre con el ideario de predicar el amor y el perdón para todos los que se oponían a la igualdad de derechos de los negros; pedía una resistencia cristiana entre frases suaves y cánticos de himnos ligeramente tocados por la gracia de los spirituals. Se hizo un gran orador y un hombre seguido por masas inmensas. Si Carmichael visitaba los países de la revolución, él viajaba a ver a los jefes de Estado de Occidente para pedirles su ayuda. Hablaba del "poder espiritual negro", convivía con los más miserables en los guetos de los pueblos del Sur. En 1964 fue premio Nobel de la Paz; y como hombre de paz acudió a las grandes revueltas del verano de 1967 en Detroit o en Newark -ciudades de calor intenso; los guetos se hacían invivibles y los negros salían e invadían las zonas blancas-, donde Johnson había mandado la Guardia Nacional -docenas de muertos-; King pedía calma y perdón para quienes los mataban...

Carisma

En 1968 había evolucionado; ya no sólo hablaba de desobediencia civil, sino de actuar contra la guerra de Vietnam; había conseguido una fusión con los movimientos negros más violentos e iniciado una serie de relaciones con la nueva izquierda blanca, que a su vez defendía los derechos civiles de los negros para establecer un programa común. Su carisma de apóstol comenzaba a asustar a los conservadores y a las instituciones. En abril, Martin Lutero King fue a Memphis para solidarizarse con los basureros -principalmente negros-, que estaban en huelga. Desde allí iba a preparar una gran marcha negra a la ciudad de Washington: numerosas personalidades blancas se iban a sumar a ella. Iban a defenderse los derechos civiles y a protestar de la guerra en Vietnam. No le dio tiempo: un pistolero lo mató el día 4.Dos meses después la policía inglesa detenía al que supuso autor de su muerte: James Earl Ray, que usaba el nombre de Eric Starvo Galt, que era un gánster de poca monta difícilmente interesado por asuntos políticos. Se concluyó que el asesinato había sido obra de un solo hombre y que no había ninguna conspiración. Dos meses después, el 4 de junio, el senador Kennedy, que hacía la campaña presidencial para continuar la política de su hermano -del que había sido ministro de Justicia, o fiscal general-, fue a su vez asesinado. Por un solitario: un palestino, Sirhan Sirhan, que declaró que quería vengarse de Israel. Y otra vez se dijo que no hubo conspiración. Esa América de las turbulencias y los crímenes es la que se espera ver hoy (segunda cadena, a las 23.25, 140 minutos) en un programa que conmemora el asesinato de King. Veinte años quizá no hayan aportado cambios públicos a las versiones oficiales.

Documentos TV se emite hoy a las 23.35 por TVE-1.

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