_
_
_
_
Tribuna:LA CRISIS ANDALUZA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El borbollismo ilustrado

Siempre ocurre lo mismo. En los tiempos de crisis, la clase política adopta un papel ilustrado y, como discípulos de Sócrates y Ortega, se pone a presumir de sus dudas, de su humildad y su regusto por el arte y, la reflexión intelectual. La huella de Azaña hace estragos en los peores momentos. ¿Pero he hablado de crisis? ¿Crisis en un país próspero y en alza donde el paro no es. más que un producto del oc¡o mal entendido? No. El Mahler de Guerra y el Kundera de González han pasado a la historia. Ahora result a que tenemos entre las filas autonómicas a un filósofo, humanista, pensador melancólico que, como Séneca -su paisano-, está dispuesto a abrirse las muñecas en un baño caliente, al tiempo que pregona: "El que manda está siempre solo". O sea, De la Borbolla.Apariencias

Las apariencias engañan, y quizá nos precipitamos al juzgar aeste hombre por sus mofletes de la dehesa, por su tendenci,a al "cantimpalo" y por su incondicional adhesión a Rocío Jurado y al ritmo por sevillanas. Ahora que su final se aventura en los presupuestos políticos -aunque no hay que fiarse-,nos sale con la máxirna humanista que deja corto a Montesquieu. La filosofia española casi siempre ha sido una tierra de nadie en donde se han parapetado el periodista y el político que no han llegado a alcanzar sus objetivos de poder. La experiencia de la vida pública la han sabido verter en los discursos morales para su autocomplacencia y para convencer a los demás de su razón truncada. Así marcha nuestro pensa miento. Mientras Schopenhauer, Julíán Marías. Y ahora De la Borbolla.

De la Borbolla -acostumbrémonos a partir de hoy a no llamarle Pepote, pues difícil sería que con ese nombre entrase en los anales del pensamiento- quiere intentar la independencia. Quiere seguir gobernando sin mandar, o sea, sin ser el capitoste del partido. Quiere demostrar su carisma ante el pueblo a costa de su soledad. Proyecto arduo y dificil a estas alturas, cuando ya se le ha calado por todos los frentes. El único que le queda es el de la queja, la huida hacia delante y la diáspora de la elucubración verborreica. Ha destituido al último guerrista qué le quedaba en el Gobierno. Él sabrá lo que hace, pero ni el poder absoluto ni la ciudadanía se lo explican muy bien. Andalucía está un poco quemada de tanto senequismo de pasillo. Se sospecha que detrás de ese falso honor se oculta un buen despacho de abogados, como el de su antecesor, o un farolazo sobre el mármol de la mesa de su taberna.

Poderío

La verdad es que De la Borbolla se ha mantenido en lanza contra uno de los grupos políticos más fuertes del poderío. Fiel a la heráldica autonómica, se- manifiesta como un león -o los dos juntosazuzando al hercúleo Alfonso Guerra. Pero también ha gobernado de espaldas a la reivindicación más apremiante de su pueblo:- la reforma social y la cultura. Para nada se ha notado su filosofía. Su empaque antropológico ha estado más cerca del "yupismo" sevillano -chaqueta azul y corbatilla burdeos- que de la tradición arábigo-romana de sus gentes. Y el andaluz lo sabe y siente su tierra por encima de las rencillas miniestatales. Su chovinismo -que lo tiene- le pasa por alto las batallitas partidistas y la soledad de Borbolla.

Como filósofo, perdone que le diga, presidente, "ful de Estambul". Métase a poeta, que en su tierra -la mía- hay 200.000 y así disimula

José Ramon Ripoll es escritor, premio de Poesía Juan Carlos I y autor de El humo de los barcos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_