Thyssen: "Mi colección de pintura será instalada en una sede provisional, y no definitiva"
La decisión obliga a replantear las negociaciones con España y con otros candidatos
La decisión que se adopte sobre el futuro de la colección privada de arte del barón Heinrich Thyssen-Bornemisza, la más importante del mundo, no tendrá de momento un carácter definitivo, sino temporal, según dijo ayer en Londres el barón en una entrevista concedida a EL PAÍS. En consecuencia, las negociaciones con el Gobierno español y con otros interesados en conservar la colección habrán de ser replanteadas de nuevo sobre bases distintas. "No salimos de cero porque ya hemos hablado mucho", dijo el barón, que prefirió no hacer vaticinios sobre las posibilidades de España o sus más directos rivales: Lugano, en la Suiza italiana, y Stuttgart y Bonn, en la República Federal de Alemania. La colección deberá en cualquier caso mantenerse unida, "y eso es lo que es difícil comentó el barón.
Al parecer esa dificultad no depende tanto del lugar apropiado para exhibir los cuadros como del acuerdo de los miembros de la fundación Thyssen, en la que los herederos son parte decisiva y no exclusiva; también hay independientes. Según dijo Thyssen de los seguros hechos para eventuales exhibiciones, se deduce que su colección vale unos 1.000 millones de dólares (unos 111.000 millones de pesetas)."Nunca he prometido nada", dijo el barón sobre el destino de su colección, a la que busca una sede definitiva desde hace poco más de un año. El barón desea encontrar un emplazamiento apto para exhibir al tiempo "unos 700 u 800 cuadros de una colección que suma 1.200 obras" y cuyas columnas vertebrales son los maestros antiguos, la pintura norteamericana de los siglos XIX y XX, el impresionismo, el expresionismo alemán y la vanguardia rusa.
De momento el barón sólo puede exhibir 300 obras en su museo-residencia de Villa Favorita en Lugano (Suiza italiana), en una colección cerrada al público unos meses al año y visitada por unas 300.000 personas los meses restantes. Ya sea, para una solución definitiva como provisional, la colección estará destinada a una sola sede que ha de tener unos 5.000 metros cuadrados, cuatro veces más que los 1.300 metros cuadrados del museo de Lugano. Esta condición la reune el palacio de Villahermosa de Madrid, previsto por las autoridades españolas. Sin embargo quedaría descartada toda pretensión de llevar la parte moderna de la colección al centro de arte Reina Sofía.
La parte moderna es objeto de gran interés en España, no sólo a causa de su valor objetivo -el célebre Arlequín de Picasso, por ejemplo-, sino porque de un plumazo se daría solución a la extraordinaria carencia de arte moderno en los museos españoles. "No se preocupen ustedes", dijo el barón, "a fin de cuentas hay pocos museos de arte moderno: la Tate Gallery de Londres, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Picasso de París y pocos más". Interesado al comienzo en aumentar la colección de arte clásico desarrollada por su padre, Thyssen empezó en 1961 su colección de modemos con una acuarela de Nolde, un alemán condenado por el régimen nazi como creador de un arte degenerado, condena que influyó decisivamente en la compra.
Por otra parte, Barcelona ha llegado a un acuerdo con Thyssen para exhibir durante diez años 100 cuadros de maestros religiosos en el monasterio de Pedralbes, reacondicionado en estos días.
El barón mantuvo suma ambigüedad sobre el concepto de "temporal" que definiría la cesión de la colección ya fuera a España o a otro país: ¿un mes?, ¿un año?, ¿cincuenta?, ¿un siglo?, se le preguntó. "Puede usted decir que entre un mes y un siglo". Según dijo, piensa comunicar esa decisión de inmediato al Gobierno español, con cuyos negociadores -señaló- se ha llevado bien hasta la fecha. Destacó también tener noticia del máximo interés institucional español en conseguir la colección.
Aunque sumamente amable, el barón, de 66 años, mantuvo en todo momento su reserva sobre las condiciones pedidas para la cesión, ya sea a España o a otro país. De hecho precisó que él no había pedido sino que se había limitado a escuchar ofertas.
Condiciones
Aparte de la unidad de la colección, otras condiciones parecen ser la dotación de fondos para su conservación en perfecto estado y unas leyes que permitan la movilidad de las obras, y "no que sea el Gobierno español el que presta una obra para una exposición, sino el barón Thyssen". Negó en redondo cualquier tipo de cláusula secreta en las; negociaciones. En concreto sobre rumores -también desmentidos por fuentes españolas- sobre un contrato ferroviario muy importante, precisó que la rama de la familia a la que pertenece ya no tiene intereses en ese campo.Thyssen consintió que para la solución definitiva se había hablado de una "compensación" a sus herederos, que según fuentes españolas, se acercaba a uno 20.000 millones de pesetas. De acuerdo con el barón esa era más o menos la cifra ofrecida po cada una de las candidaturas.
"Naturalmente, si se llega a una solución temporal, no hay que hablar de compensación", dijo el barón. El coleccionista confirmó haber recibido ofertas sólo de España, Lugano, Stuttgart y Bonn. Las autoridades de Bonn pretenderían usar la colección para revitalizar la vida cultural de la capital federal.
Otros candidatos
También se ha interesado fuertemente la poderosa Fundación Getty de Estados Unidos. El barón negó que hubiera rechazado esta posibilidad y desmintió querer a toda costa, como se ha dicho, que la colección se conserve en Europa. Otras peticiones Hegan de cuando en cuando. Según dijo, el fin de semana pasado recibió la visita del alcalde de Hamburgo, al parecer con intenciones sobre la colección, "pero esa ciudad está arruinada", comentó el barón.Los abogados de una u otra causa surgen en los lugares más inesperados, así, cuando se en contraba de visita en la plaza Roja de Moscú, fue reconocido por turistas españoles que abogaban por el traslado de la colección a una u otra ciudad peninsular de acuerdo con su proceden cia. La baronesa Thyssen, la catalana Carmen Tita Cervera, es "desde luego, una defensora de la causa española y estaría encantada de que la colección fuese a España", dijo su marido, "aunque delega toda decisión en la ñmdación".
"A mí me encanta España, pero no hay que confundir los sentimientos con lo que ha de ser una decisión ponderada", dice este hombre en cuya leyenda consta haber decidido en tres minutos comprar el Arlequín de Picasso que le había de costar más de un millón de dólares.
Propietario de la colección privada de arte más importante del mundo -aquí en el Reino Unido citan en primer término la de la Reina Isabel, pero él ha dicho que no se puede considerar a la Reina como una coleccionista pura-, los arrepentimientos de Thyssen como coleccionista son más por lo que no ha comprado que por lo que ha comprado. Alguna vez le han engañado -con un Mondrian por ejemplo-Su obsesión actual es no tanto comprar como instalar su colección para el futuro.
La casa de Thyssen en Londres es igual a las otras en armonía de época, en un distrito central. La estructura es ortodoxa, y los muebles, buenos, sin ostentación. Pero el visitante ha de fijar la mirada en su interlocutor si quiere mantener la concentración. Pocas salas de museos del mundo quitan tanto la respiración como el salón comedor londinense del coleccionista.
Babelia
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