Dimisión en masa de funcionarios palestinos en Cisjordania y Gaza
La Administración israelí en Cisjordania y Gaza comienza a desmoronarse tras la dimisión en masa de policías y otros empleados públicos palestinos. El asesinato de un detective en Jericó ha sido el detonante de la mayoría de las renuncias de policías palestinos, unas 500 hasta ahora, la mitad de los que operan en los territorios ocupados. El primer ministro israelí, Isaac Shamir, que ayer viajó a EE UU, deja tras de sí un confuso panorama. El pasado fin de semana se celebraron en Tel Aviv manifestaciones en favor y en contra de que acepte el nuevo plan de paz de Washington. Ronald Reagan y su secretario de Estado, George Shultz, intentarán convencerle de que retire su rotundo no.
Las autoridades israelíes han hecho todo lo posible por convencer a los policías de que sigan en sus puestos, incluso prometiéndoles equiparar el sueldo que perciben al de sus colegas judíos. Pese a ello, a los agentes han comenzado a sumarse otros empleados civiles, con lo que el conjunto de la Administración implantada por Israel se encuentra seriamente amenazada.Un oficial israelí ha descartado que los propios palestinos administren los servicios públicos esenciales. "Sería permitir la implantación gradual de un poder palestino ( ... ), el núcleo de un Estado palestino independiente. Impensable".
El objetivo de la revuelta palestina es desorganizar totalmente la Administración israelí y establecer "servicios paralelos" bajo su control. Los ocupantes advierten de las probables consecuencias de esta nueva fase del conflicto: aumento de los delitos comunes, cortes del suministro de agua, gas y electricidad, etcétera.
Pero el primer ministro, el derechista Isaac Shamir, no parece dispuesto a transigir, ni siquiera a aceptar las propuestas de su principal apoyo y aliado: Estados Unidos. Su rechazo al plan de paz que Shultz le presentó hace dos semanas es total, y ayer, antes de emprender viaje a Estados Unidos, el líder israelí afirmó que no se dejaría convencer para cambiar su postura.
Una manifestación multitudinaria celebrada ayer en Tel Aviv le respalda. Otra, aún mayor, celebrada en la misma ciudad un día antes tuvo el signo opuesto. "Deja de decir no a la paz", le gritaron militantes y simpatizantes del movimiento La Paz Ahora, algunos de los cuales han sido amenazados de muerte.
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