La hora amarga del IRA
La muerte de tres activistas en Gibraltar, golpe moral y táctico para el grupo extremista
La muerte de tres terroristas en Gibraltar el 6 de marzo ha supuesto un nuevo golpe moral y táctico para el Ejército Republicano Irlandés (IRA), que en el transcurso de un año ha perdido 18 miembros, algunos de ellos de gran relevancia operativa. El IRA aparece ahora más debilitado que en ningún momento de los últimos 19 años, pero no cabe darle por muerto. El propio Gobierno de Londres sostiene que no se puede resolver militarmente el conflicto del Ulster, aunque el Sinn Fein, brazo político del IRA, insiste en que la fuerza es el único medio de expulsar a los británicos.
Aún no hacía 24 horas que el IRA había enterrado a dos activistas despedazados por la bomba que estaban preparando, cuando la noticia de la muerte en Gibraltar de Mairead Farrell Daniel McCann y Sean Savage sacudió los cimientos de republicanismo extremista norirlandés. Un miembro del Sinn Fein, el brazo político del IRA, había dicho a los reunidos en el entierro de la víspera que el IRA respondería a esas fuertes "a su modo, a su tiempo y cuando decida".La realidad es que, hoy por hoy, el IRA carece de la iniciativa que presumía el orador. El grupo armado tiene graves problemas logísticos y de efectivos humanos, aunque, paradójicamente, sus arsenales cuentan con una capacidad destructiva sin precedentes.
Es difícil conocer el exacto número de integrantes del Ejército Republicano Irlandés. Fuentes de Belfast lo hacen oscilar entre 400 y 600 efectivos, con un núcleo operativo director que según las fuentes, cuenta entre 30 y 50 elementos. Es este grupo el que se ha visto diezmado en los últimos meses, al tiempo que aumentaban las dificultades para preparar a otros voluntarios.
A principios del año pasado, la organización había prometido para 1987 "éxitos tangibles en la guerra de liberación nacional" pero desde mediados de año el IRA cuenta por reveses sus acciones relevantes. Hitos en esta cadena de desastres fueron la pérdida de ocho hombres en una emboscada el pasado mayo, la captura del buque Eksund, cargado con 150 toneladas de armas y explosivos, en octubre, y la matanza de 11 civiles en Enniskillen, en noviembre. El incidente de Gibraltar ha servido para poner en evidencia la relativa situación de desarbolamiento en que se encuentra el grupo, que ha tenido que recurrir a activistas archiconocidos por las fuerzas de seguridad para llevar a cabo una operación que necesitaba imperiosamente ser concluida con éxito.
"Piense en la posición en que habría quedado el IRA si hubiese tenido que explicar las muertes de tres jóvenes sin experiencia", dijo una fuente del IRA cuando se le planteó si era juicioso encomendar la misión a conocidos miembros del grupo. El comando fue cazado y la organización perdió otros tres efectivos, con un McCann tan valioso que gozaba de autonomía en el desarrollo de actividades que habían costado más de dos docenas de vidas.
El estrechamiento del cerco policial británico-irlandés sobre el IRA es uno de los frutos del acuerdo suscrito por Londres y Dublín hace dos años largos, por el que el Gobierno de la República tiene voz en la gestión de los asuntos del Ulster. Al IRA se le ha acabado, en términos de actividad. militar, el santuarío irlandés: ya no tiene fácil el conseguir campos de entrenamiento ni garantizadas las, líneas de aprovisonamiento a través de la frontera que, no obstante, sigue siendo de una porosidad extrema.
Un cargamento vital
La captura del Eksund en aguas francesas les privó de un imponente arsenal. Los 20 misiles antiaéreos SAM-7, 10 ametralladoras pesadas, granadas anticarro, 1.000, fusiles de asalto, 50 toneladas Ole munición y dos toneladas de explosivos plásticos Semtex, como el que iba a ser empleado en Gibraltar, eran más que capaces de modificar sustancialmente el equilibrio de fuerzas en Irlanda del Norte. Por los interrogatorios id capitán del barco se supo además, que otros cuatro cargamentos con un total de otras 150 toneladas, y un número indeterminado de misiles antiaéreos, fueron desembarcados en los años 1985 y 1986.Ejército y policía a ambos lados ole la frontera han lanzado diversas operaciones infructuosas para descubrir estas armas, aunque han desmontado parte de la infraestructura del grupo. Las fuerzas británicas están en alerta máxima a la espera de un ataque en cualquier momento, y en Irlanda, el ministro de Justicia, Gerry Collins, manifiesta que "ningún Estado puede tolerar una situación en que armas en esas cantidades y de esa capacidad pueden estar en manos de otro grupo que no sean las fuerzas de seguridad".
El enfrentamiento militar en Irlanda del Norte se halla en un callejón sin salida, a juicio del Gobierno británico, pero el IRA insiste en que hay una salida armada a un conflicto que ha costado casi 3.000 vidas, entre ellas la de unos 280 miembros del Ejército Republicano Irlandés. Gerry Adams, presidente del Sinn Fein, rama política del IRA, parlamentario no ejerciente y hombre encarcelado hace años bajo la acusación de ser uno de los responsables. del IRA, dice que "la única forma de acabar con la descolonización es convencerles por la fuerza".
Adams ha tenido que mantener el equilibrio sobre la doble estrategia del nacionalismo extremista que conjuga las armas con las umas. Su propósito era potenciar esta última vertiente a ambos lados de la frontera, pero no ha tenido éxito. En las elecciones irlandesas de hace un año, el Sinn Fein no llegó a recoger el 2% de los votos, mientras en las celebradas en junio en el Reino Unido bajó de los 103.000 a los 83.000 sufragios, aunque esta última cifra se ajusta más al apoyo popular real de que goza el Sinn fein, según expertos de Belfast.
Los nacionalistas duros están decepcionados con los resultados obtenidos hasta ahora y quisieran lanzar un ataque a fondo contra los británicos, pero el acoso a que están sometidos les tienen paralizados. Tras la emboscada de mayo congelaron la prevista campaña de acción y los subsiguientes contratiempos les han colocado más a la defensiva. Cuentan con un poderoso arsenal, pero carecen de fuerzas suficientemente capacitadas para sacarle partido. Mientras se llega a hacer realidad, la amenaza sigue en la pared. Una gran pintada en el oeste de Belfast dice: "El RUC (policía norirlandesa) debe saber que la granada de impacto está por doquier".
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