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Reportaje:

La segunda muerte de Mozart

Austria conmemora el medio siglo de la unión con la Alemania hitleriana

La anexión de Austria a la Alemania nazi, cuyo 50º aniversario se conmemora ahora, fue la primera gran violación del derecho internacional del nacionalsocialismo alemán. El pequeño país alpino, Estado residual del gran imperio austro-húngaro, desmoronado 20 años antes, fue absorbido en la noche del 11, al 12 de marzo de 1938 por la gran potencia emergente del III Reich. La reacción de la comunidad internacional fue la acostumbrada en estos casos, es decir, ninguna. México fue el único Estado de la Liga de Naciones que protestó contra la extinción de Austria. Las potencias occidentales no mostraron interés alguno por la suerte del Estado austriaco. Francia se hallaba, una vez más, sin Gobierno. El Reino Unido soñaba con la posibilidad de un acuerdo pacífico con la Alemania nazi.

Los vencedores en la I Guerra Mundial, que impusieron en los acuerdos de Saint Germain, en 1919, condiciones humillantes al pequeño torso alemán del Estado austro-húngaro, coincidían con Mussolini en que "Austria no tiene importancia". Meses más tarde cederían una vez más al expansionismo alemán en Múnich. La víctima sería entonces el también joven Estado checoslovaco.Mucho se ha escrito últimamente, gracias a Kurt Waldheim, sobre el entusiasmo con que gran parte de la población austriaca recibió al fúhrer en su trayecto desde la frontera bávara por Linz hasta la abarrotada plaza de los Héroes, en Viena. Una plebe eufórica, resentida por largos años de humillación internacional, inestabilidad política y miseria generalizada, conquistó la calle entre gritos de "Heim ins Reich" ("de vuelta al imperio") y "Heil Hitler". El poeta francés Paul Geraldy escribía en Le Figaro: "Por Viena se mueve una masa que los propios vieneses no reconocen. Mozart ha vuelto a morir".

Poco, por el contrario, se ha dicho de la ola de suicidios que cruzó Austria aquellos días y se cobró varios miles de víctimas. Egon Friedell, el autor de la célebre Historia de la cultura moderna, se lanzó por la ventana. Oficiales del Ejército, industriales, poetas y comerciantes se ahorcaron o lanzaron a los patios y calles, en muchas ocasiones con sus familias en pleno. Es difícil evaluar hoy el apoyo real a Hitler. Los contrarios a la anexión no acudieron a la plaza de los Héroes. Estaban escondidos en sus casas, en plena huida o intentaban adaptarse ensayando con poca convicción el saludo nazi.

Una llamada de Góring

El 11 de marzo de 1938 las líneas telefónicas entre Berlín y Viena registraron una actividad frenética. Hitler había decidido ya que su títere en Austria, el ministro del Interior, Seyss-Inquart, tomara las riendas del Gobierno y consumara la anexión con ciertos visos de legalidad. Seyss-Inquart había sido nombrado ministro del Interior un mes antes por presión masiva de Hitler. El control de la policía se hallaba ya de hecho en manos nacionalsocialistas. El presidente de la I República de Austria, Miklas, se negó a nombrar canciller a Seyss-Inquart pese a las masivas presiones. El canciller conservador Kurt Schussnig intentaba todavía en último momento convocar un referéndum para decidir aún, sin tropas alemanas en el país, sobre anexión o independencia y reclamaba la vigencia del acuerdo austro-alemán del 11 de julio de 1936, en el que la Alemania nazi reconocía expresamente la soberanía austriaca.A las ocho de la tarde, el manscal Hermann Góring ordenaba al ministro del Interior comunicar a Miklas que las tropas alemanas cruzarían la frontera esa noche. Un día más tarde llegan, entre vítores de la población, las tropas nazis a Viena. El austriaco Hitler pronuncia su célebre discurso: "Anuncio el ingreso de Austria en el imperio alemán. Es la mejor noticia de mi vida", añadía. "Austria, que vivía de la compasión del exterior, tiene una nueva misión. Será el bastión de la nación alemana, un férreo gaxante de la seguridad y libertad del imperio, de la felicidad y la paz de nuestro gran pueblo".

Atrás quedaban 20 años de luchas internas y enfrentamientos armados entre los grupos paramilitares de socialistas (Schutzbund) y clérico-fascistas (Heimwehr). Los centenares de miles de parados acogían asu compatriota Hitler como el hombre que eliminó el desempleo en Alemania. La mayoría de la población, que jamás había creído en la capacidad de Supervivencia ni en la justificación de la existencia del minúsculo Estado austriaco, se veía otra vez llamada a "grandes glorias". Viena, en 1914 aún capital de un imperio de más de 50 millones de habitantes, y durante dos décadas capital macrocéfala de un empobrecido país de siete millones, recuperaba su gloria como gran metrópolis del imperio alemán en el Este.

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El 12 de marzo llegan a Viena los jefes de las SS, Himmler y Heydrich. Se producen las pirimeras redadas contra la ol?0sición. El 15 de marzo se aprueba la ley de integración de Austria en el imperio, legalizando así a posteriori la invasión. Ese mismo día se reúnen las masas en la plaza de los Héroes para vitorear alphrer. El 26 de marzo Goring anuncia que "en cuatro años Viena estará limpia de judíos". Un día más tarde los obispos austriacos piden, en una carta pastoral, el sí de la población en el referéndum anunciado para el 10 de abril. La consulta arroja el resultado del 99,73% a favor de la anexión. Para entonces no hay posibilidad legal de pedir el voto para el no, y el control del recuento está en manos nazis.

Con la rápida toma del poder por los nacionalsocialistas comienza el terror para la gran colonia judía de Viena, para los socialdemócratas y comunistas que no huyeron a tiempo. El 1 de abril se, realiza el primer transporte masivo de prisioneros austriacos, en su mayoría judíos, al campo de concentración de Dachau, en las cerca nías de Múnich. En Viena se producen las primeras escenas atroces que llenan hoy de estupor y vergüenza a las nuevas generaciones. Hombres, mujeres y niños ríen en corro en torno a ciudadanos judíos de todas las edades que son obligados por la organización nazi SA a limpiar las aceras con sus cepillos de dientes. Los dirigentes nazis se aprestan a hacerse con los negocios de la numerosa y diligente burguesía judía vienesa. Por cantidades irrisorias obligan a los propietarios judíos a venderles sus negocios y viviendas.

La rapiña es generalizada. Vecinos denuncian a judíos con los que convivieron generaciones para hacerse con sus muebles o viviendas. El antiseniitismo en Austria tiene un componente oriental que ño se daba en Alemania. Fue el austriaco Hitler quien lo articulé en la ideología nazi. El führer siempre dijo que aprendió en Viena a ser un antisemita. En la Austria oriental, como en otros países de Centroeuropa y los Balcanes, el antisemitismo, de origen católico, estaba radicalizado por la gran masa de judíos pobres no asimilados procedentes de Rusia, Ucrania y Polonia. En Alemania, la mayor parte de la colonia judía estaba plenamente asimilada.

Mezcla criminal

En Austria se crea una mezcla criminal de sentimientos, el rechazo a una religión y ritos ajenos y la envidia. El nacionálsocialismo actuó como catalizador e hizo de muchos austriacos los antisemitas más feroces del III Reich. Los judíos en Viena concentran desde el siglo XIX todos sus esfuerzos en la educación de sus hijos. En,poco tiempo, su presencia en la Universidad, en las carreras liberales como la medicina y la abogacía, en la Prensa y literatura es inmensamente superior a su porcentaje entre la población. Una de las primeras órdenes de Góring es, por ello, limpiar todas estas profesiones de sus miembros judíos.La patria de Robert Musil, Stefan Zweig, Hermann Broch, Egon Erwin Kisch y Joseph Roth, Siginund Freud, Gustav Mahler, Alban Berg, Arnold Schóriberg, Max Reinhardt y Wingenstein, Adolf Loos, Otto Wagner y Oskar Kokosclika, Joseph Oibricht y, Gustav Klinit se sumía, en marzo de 1938, en un largo túnel de siete años de barbarie. Al final, una derrota que fue liberación al mismo tiempo. Y un país en ruinas. Además, la culpabilidad reprimida que hoy, por un jefe de Estado que dice no haber percibido la barbarie omnipresente, aflora de nuevo.

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