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Derechos

Manuel Vicent

Estados Unidos selecciona a sus mejores deportistas para los Juegos de la Olimpiada, explora el espacio con los cohetes más refinados, tiene en sus laboratorios a los mejores científicos, ilustra al resto del mundo con los artistas más exquisitos, pero a la hora de defender los derechos humanos elige de representante a un piernas de tercera llamado Valladares, falso paralítico, falso poeta. No tengo nada contra este señor, excepto que escriba versos. Si un día fue policía de Batista y calló, lo comprendo; si luego intentó hacerse terrorista contra Fidel Castro y no pudo, lo perdono; si al final se burló de mi compasión echando a correr desde una silla de ruedas sin haber ido a Lourdes, sonrío con cierta ternura, pero detesto que se llame poeta este mal fabricante de pareados y que me humille al encarnar los derechos humanos de Occidente llevado de la mano de Norteamérica. ¿Acaso Reagan no encontró un intelectual misilero, un investigador de maíz híbrido o un polvoriento vendedor de biblias, conforme a una causa tan sagrada? Al parecer, Ronald Reagan, que es ya un Diocleciano en estado residual, sólo confía en la escuela espiritual de Miami.Por lo demás, la cuestión es la misma de antaño. Los habitantes de este planeta se dividen en dos: unos aspiran a no morirse de hambre, a tener la mitad de derechos que un perro en Niza, a vivir sin el higo chumbo pegado al trasero, a no ver a los hijos con la barriga hinchada y las patas flacas; otros quieren, ante todo, leer Le Monde, ser propietarios de un pasaporte en regla, comer el faisán en su punto, gozar del placer de un abogado en la comisaría, dormir en sábanas limpias, hacerse la manicura cada semana. ¿A qué llamamos derechos humanos? Tal vez a la necesidad de matar para sacudirse la miseria de encima, tal vez al valor de morir en defensa de la libertad. Ignoro qué aspecto de la cuestión se debate estos días en Ginebra. Allí está como paladín de la libertad un ex policía, falso poeta, falso paralítico, que confunde los derechos humanos con la propaganda política o con la caridad internacional de leche en polvo.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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