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Monarquía a la espera

El príncipe Carlos tenía tres años cuando se convirtió en heredero del trono británico. Podría muy bien tener 60 o más años cuando suba a él como el rey Carlos III. Su madre, la reina Isabel II, de 61 años, goza de una salud excelente (igual que su madre, que tiene 87 años) y no tiene planes conocidos sobre un temprano retiro. Si Carlos fuera como muchos de los otros 20 que le han precedido durante siglos como príncipe de Gales, sería lo suficientemente feliz como para pasar la larga espera en una frívola búsqueda de diversión o cortando cintas en interminables ceremonias de inauguración. Pero este príncipe de Gales no es corno los demás. Al haber gastado la mayor parte de su vida preparándose para ejercer sus reales obligaciones, hoy se contempla a sí mismo como un rey a la espera con una conciencia social. Carlos parece decidido a cumplir con las palabras que se inscriben en la divisa de corona y plumas de avestruz del príncipe de Gales: "Ich dien" ("Yo sirvo"). En vez de atender simplemente a los deberes de su posición, desea desesperadamente estar al servicio de la sociedad británica. En su autoimpuesto papel de populista real charla con las amas de casa o trabajadores en paro o miembros de minorías. También dispara contra los arquitectos y especuladores por haber arruinado el paisaje de Londres, y generalmente cree en arañar el sistema, aunque sólo sea un poco. Alguna que otra vez dice que trata de tirar "una piedra en un estanque". 5 de marzo

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