El argumento
Hace casi dos años, desde que trabajo en esto, que no voy al cine. A decir verdad, ya lo tenía casi abandonado por culpa de la televisión. No sólo por los anuncios, tan añorados en la oscuridad de los multis. También por la cantidad de cosas que se pueden hacer mientras se ve la película en casa sin por ello perderte lo fundamental. Mi experiencia en este terreno me ha convertido en un experto en descifrar bandas sonoras. Puedes seguir leyendo el periódico tranquilamente hasta que cierta música te alerta de que la protagonista va a quitarse el sujetador o, alternativamente, que las tropas de liberación están a punto de entrar en París. Ves la escena correspondiente y puedes volver a la lectura. La verdad es que cada vez doy más importancia a la banda sonora, hasta el punto de que creo que ella constituye la principal diferencia entre la realidad y la ficción. Por ejemplo. Estás en un banco del parque, pasa una chica, la miras. Pero ella no se entera y no ocurre nada. Por el contrario, en las películas -o en los anuncios de perfume-, suena una música que alerta a la chica de que alguien la está mirando, y por eso pasan cosas.Pero mi abandono total del cine ha sido consecuencia de esta profesión. Antes yo pensaba que todo lo que ocurría en las películas tenía su razón de ser, y el principal atractivo consistía en tratar de averiguar por qué pasaba lo que pasaba. Es decir, lo mismo que pensaba de los periódicos. Que todo lo que ponía o dejaba de poner en los papeles era por algún trascendente motivo. Ahora he comprendido que esos motivos pueden ser: que al jefe de redacción le haya sentado mal la comida; que la mujer del brillante colaborador tenía que ir a la pelu después de pasar a máquina el original; que se enfriaba la cena del redactor de cierre y decidió no dar la última hora. Etcétera. Y he llegado a la conclusión de que si la carreta aplasta al amigo del sheriff es porque el guionista tenía que acortar la escena para llegar a un party. Por lo, que decidió cargarse a Robert Mitchum. Y ya no me creo nada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.