Estados Unidos urge a Japón y a la RFA a repartir la carga del ajuste económico
Estados Unidos está decidido a proseguir el reajuste de sus desequilibrios macroeconómicos, pero es imprescindible la coordinación con otros países desarrollados, especialmente la República Federal de Alemania (RFA) y Japón, para repartir la carga del necesario reajuste global, manifestó ayer en Davos (Suiza) David Mulford, secretario adjunto para asuntos internacionales del Departamento del Tesoro norteamericano.
La tercera jornada del World Economic Forum, que tiene lugar en la estación invernal suiza de Davos, dedicada a la necesidad de lograr una coordinación efectiva de las políticas económicas, dejó de nuevo de manifiesto las grandes diferencias que separan a los Gobiernos de las naciones más ricas del planeta. Todos coinciden en que es necesario "ajustar" y "coordinar", las dos palabras mágicas este año en Davos. Pero a la hora de interpretarlas surgen las diferencias. Para los políticos y economistas norteamericanos, el proceso debe entenderse en una doble dirección: se trata de corregir los desequilibrios de la economía estadounidense, básicamente centrados en el doble déficit comercial y presupuestario, por un lado, pero también de frenar los grandes superávit comerciales de Japón y la RFA. A partir de aquí empiezan las divergencias.Japón cree estar pisando firme por la senda de la cooperación internacional al haber incentivado con cierto éxito su consumo interno, mientras que el Gobierno de Bonn asegura que ya ha ido todo lo lejos que podía al alcanzar un déficit público del 3,5% del producto nacional bruto. Todo el mundo piensa, sin embargo, que ambos países deberán afrontar más importantes decisiones políticas en aras de esa coordinación de las economías. En el fondo, lo que subyace es un problema de redistribución de riqueza, con las implicaciones políticas que ello acarrea en cada país. El congresista demócrata Don Bonker fue muy claro el sábado al afirmar en Davos que "el mundo conocerá nuevas tensiones comerciales este año, ya que en el fondo es muy difícil que Japón y la RFA quieran ceder una parte importante, en torno a los 100.000 millones de dólares, de sus superávit comerciales a Estados Unidos, porque esto es lo que supondrá atacar el déficit comercial norteamericano".
Satisfacción
Mulford se ha mostrado en Davos muy satisfecho de los progresos efectuados el pasado año por la Administración de Reagan en la contención del déficit público. En efecto, de un 5,4% del producto nacional bruto (PNB) en 1986 se ha pasado a un 3,4% en 1987, y en el año fiscal de 1989 ese guarismo quedará reducido al 2,7% del PNB, una proyección quizá demasiado optimista. En cualquier caso, Estados Unidos está ya incluido en el bloque intermedio de países de la OCDE en cuanto a porcentaje de déficit público sobre PNB. ¿Por qué, entonces, un déficit del 3,5% del PNB es bueno para Japón, mientras otro del 3,4% es malo para Estados Unidos?, se pregunta el ministro alemán de Hacienda, Hans Tietmeyer. "Porque", se autocontestaba "es muy fácil para Japón financiar ese déficit con la elevada tasa de ahorro del ciudadano japonés".También en este punto las cosas pueden empezar a variar en Estados Unidos. Para el congresista republicano Bill Frenzer, uno de los efectos beneficiosos del crash bursátil va a ser sin duda el estímulo al ahorro del ciudadano medio norteamericano, "lo que se traducirá en un debilitamiento del consumo privado, que es una parte esencial del ajuste necesario".
Clayton Yeutter, representante para el comercio norteamericano, ha sido el único que se ha atrevido a denunciar en público, en la tarde del sábado, esa base pesimista que se transmite en privado por los pasillos de Davos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.