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FASE FINAL DE UNA CRISIS BANCARIA

Contar con una "nodriza" vasca ofrece grandes ventajas

Enric González

A lo largo de estos cinco años de saneamiento, Catalana no sólo ha recuperado el pulso, sino que ha cobrado un evidente vigor. Alfredo Sáenz explica que "es relativamente fácil crecer cuando se parte desde muy abajo", y agrega que "cuando se toca fondo, uno puede impulsarse con fuerza hacia arriba".Pero además de todo esto, Catalana ha contado con la importante ayuda de su nodriza vasca, el Banco de Vizcaya, en cuestiones como la tesorería, la actividad internacional y, sobre todo, la aportación del equipo directivo que ha pilotado el banco durante su despegue. El desembarco del Vizcaya en los despachos de la sede de Catalana se limitó a una pequeña patrulla de cinco gestores a los que hay que atribuir buena parte del éxito. Fueron, además de Alfredo Sáenz, José Luis Hereitio, Víctor Yeida, Xavier Capmany y Luis María Susaeta.

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Sobre la cuestión de la tesorería (dinero de que dispone el banco y que debe colocar para rentabilizarlo), Alfredo Sáenz explica que "Banca Catalana mantuvo en todo momento su propio departamento de tesorería, aunque, como es lógico, en los primeros momentos nos apoyamos en el Vizcaya para la colocación de nuestros fondos". De esta forma, Catalana podía dedicar sus equipos humanos a planificar el futuro sin perder energías en ciertas tareas del día a día. Con el paso del tiempo, Catalana ha retomado estas funciones, una vez puesta en marcha su maquinaria tras el frenazo de la crisis.Operaciones exteriores

Otro punto en el que la nodriza ha prestado apoyo ha sido el de las operaciones internacionales. El departamento exterior pasé por un proceso de racionalización que llevó a cerrar las oficinas de Banca Catalana en Nueva York, París y Londres, manteniendo sólo la representación en Méjico, compartida con el Vizcaya. En el resto de las plazas, Catalana está representada a todos los efectos por las delegaciones del Vizcaya "fundamentalmente con la finalidad de ahorrar gastos innecesarios, ya que mantener esas sedes resulta muy caro", explica Sáenz. "Además, muchas de las operaciones que se hacían desde esas oficinas consistían en crédito a países que, por su actual endeudamiento, son clientes poco interesantes", añade.

Sin embargo, Banca Catalana ha mantenido sus operaciones internacionales, a pesar de la desaparición casi completa de su red de sucursales extranjeras. Alfredo Sáenz lo considera imprescindible, "porque su clientela empresarial necesita servicios completos para su comercio exterior, y porque el cliente particular está cada vez más interesado en invertir en el extranjero conforme se liberaliza la legislación".

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