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"Pravda" denuncia una amplia corrupción mafiosa en la República de Uzbekistán

Pilar Bonet

Una investigación policial apoyada por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) e iniciada en la época de Yuri Andropov no ha logrado erradicar el terror y la corrupción protagonizados por mafias criminales ramificadas por todo el aparato de poder político en la república asiática soviética de Uzbekistán, según denunciaba ayer el periódico, Pravda

Tras el relevo del primer secretario del partido el pasado 12 de enero, la Prensa central ha intensificado sus artículos críticos sobre la gestión de aquella república. Inamzhon Usmanjodzhaev, que en 1983 sucedió a Sharaf Rashidov, dirigente de Uzbekístán durante la época de Leoníd Breznev, no ha sido, según se desprende del relato de Pravda, capaz de superar los problemas heredados de su antecesor, acusado post mortem de corrupto y vicioso, sin derecho al reposo en el elegante mausoleo donde habían sido alojados inicialmente sus restos.Usmanjodzhaev, a quien Moscú exhortaba a actuar más decididamente contra la corrupción, ha sido sustituido por Rafik Nishanov, un uzbeko de 62 años, largo tiempo desvinculado de la política interior de Uzbekistán. Nishanov ha pasado 15 años en el extranjero (desde 1970 hasta 1985) en calidad de embajador, y tras su último puesto en Jordania fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores de Uzbekistán, un puesto de importancia simbólica.

Un secretario del Comité Central llegado de Moscú, Georgui Razumovskí, presidía la reunión donde fue elegido el nuevo jefe del partido. Pravda, el órgano del PCUS, denunciaba ayer la falta de colaboración de las autoridades locales uzbekas con la comisión investigadora enviada por la Fiscalía de la URSS en 1983, cuando ésta "comenzó a tocar a los padrinos de la mafia".

La cárcel del 'padrino'

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Por su parte, Literaturnaia Gazeta ha contado en su último número las arbitrariedades de Ajmandzhan Adilov, un personaje dotado de un aparato represivo propio que disponía, según el semanario, de un inmenso poder en la república y aterrorizaba a la población desde los aflos cincuenta.

Ajmandzhan Adilov era formalmente el jefe del complejo agroindustrial Lenin de la región de Fergan, tenía miles de empleados que trabajaban prácticamente en condiciones de esclavitud, controlaba los nombramientos políticos, disponía de hilo directo con Rashidov, se codeaba con Breznev y se había hecho construir una prisión subterránea debajo de sus oficinas, en la que encerraba y torturaba a quien se enfrentaba con él. Los que se quejaban acababan en la prisión o desaparecían.

Un hombre que se negó a aceptar un puesto de cajero, temeroso de ser asesinado, contaba cómo Adilov le amenazó con un cuchillo, y cómo, tras ser golpeado por varios funcionarios, pasó 26 días en una de las celdas de la prisión subterránea. Adilov, que se desplazaba acompañado de un autobús provisto de una cocina y un cordero siempre a punto para ser sacrificado, tenía una amplia red de información y colosales medios económicos para sobornar. Este "Bonaparte agro-indus-trial", según Líteraturnaia, Gazeta, hizo carrera gracias al hábil empleo de la denuncia anónima.

"¿Cómo pudisteis tolerar esto, hermanos?", preguntaba el semanario. "Os marcaba con un hierro al rojo, golpeaba a las mujeres embarazadas y vosotros callábais; ordenaba a los ancianos que se inclinasen ante él como si fuera un dios y lo hacían...".

El asunto de corrupción de mayor trascendencia económica en Uzbekistán ha afectado a la industria del algodón, el principal producto agrícola de la zona.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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