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Descubiertos tres ex policías cuando instalaban escuchas en el domicilio de un ujier de la alta magistratura francesa

Lluís Bassets

Un nuevo escándalo político, que a implicar nuevamente a personalidades próximas a François Mitterrand, estalló ayer por la mañana cuando se conoció que tres ex policías habían sido descubiertos instalando escuchas telefónicas ilegales en el domicilio de un ujier del Consejo Superior de la Magistratura (el equivalente francés del Consejo Superior del Poder Judicial). Los tres ex policías, según la agencia France Presse, actuaron por instrucciones del equipo de seguridad de la Presidencia de la República.

Este equipo estaba a las órdenes del comandante Christian Prouteau, conocido como el supergendarme del Elíseo y procesado por otra oscura historia de ladrones y policías.El caso rocambolesco de los tres fontaneros sorprendidos mientras pinchaban el teléfono de un ujier no tendría más trascendencia si Francia no se hallara a poco más de tres meses de la elección del presidente de la República, si la derecha no anduviera preocupada con la calculada reserva de François Mitterrand, que prolonga su silencio hasta la exasperación de sus rivales sobre la eventualidad de su candidatura, y si desde hace ya un año no se fueran sucediendo los escándalos de indiscutible perfil electoralista, destinados a descalificar a unos y a otros supuestos candidatos a la máxima magistratura republicana.

Cuando todos los informativos radiofónicos y televisivos se hicieron eco ayer por la mañana de la existencia de una instrucción judicial por supuesto "atentado a la vida privada y escuchas ilegales", la opinión francesa vio renacer la amenaza de la guerra de los escándalos, amortiguada en el último mes, después del notable éxito de Mitterrand en su esfuerzo por distanciarse de las maniobras destinadas a empañar su imagen.

Matarratas en el té

La propia agencia France Presse aseguraba a media tarde que los tres ex gendarmes, sorprendidos en flagrante instalación de micrófonos dentro de un armario de conexiones telefónicas, habían desmentido toda vinculación con el palacio del Elíseo y habían afirmado que actuaban a cuenta de una sociedad privada para esclarecer un problema de impagos.El diario vespertino Le Monde iba ayer más lejos, al reconstruir una historia más compleja y divertida en la que no faltan los visos de criminalidad, pero precisamente a cuenta del propio ujier denunciante de las escuchas telefónicas.

Según Le Monde, hace un año el secretario del Consejo de la Magistratura descubrió que alguien había introducido matarratas en la caja donde guardaba sus hojas de té, destinadas a servirse su infusión diaria a la hora de la merienda.

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El alto funcionario habría creído en alguna desgraciada confusión si el pasado mes de diciembre no hubiera recibido una carta amenazadora, acompañada de tres notas superconfidenciales destinadas al presidente de la República. En la carta se decía: "El matarratas no ha bastado. Te liquidaremos".

La investigación corrió a cargo del propio comandante militar del Elíseo, y, según asegura Le Monde, las pesquisas "condujeron en seguida al ujier del Consejo Superior de la Magistratura", que fue inmediatamente separado de su función y devuelto a su ministerio de origen, partiendo de la convicción de que se trataba de un caso de desequilibrio mental.

El 23 de diciembre, después de estos hechos, fueron descubiertos los tres ex policías en plena faena en casa del ujier en cuestión, gracias al aviso de unos vecinos que creyeron encontrarse ante un simple caso de robo

Al silencio de los días festivos sucedió ayer la difusión del extraño caso, que hizo pensar inmediatamente en tres posibilidades bien distintas: en un Watergate a la francesa, en un montaje dirigido a derribar la imagen popular de Mitterrand o, lo que por el momento parece más plausible, en un alud de malentendidos, capaz de sembrar la inquietud en una opinión pública y una clase política acostumbradas a descubrir un escándalo cada mañana a la hora del periódico y del café con leche.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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