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PRIMER PREMIO: 57.730

Barcelona se desquita de la mala suerte del sorteo de Navidad con los 5.200 millones del 'gordo' del Niño

"He pasado mas hambre que los perros de mi pueblo", afirmó Josefa Delgado Delgado, de 69 años, portera de la finca situada en el número 249 de la calle de Aragón, casi enfrente de la Administración 125, en la que se vendieron las 20 series del primer premio.

Josefa, casada y con dos hijos, a la que correspondieron 16 millones, no era la única persona que celebraba su fortuna en este céntrico barrio. En la sede de Hacienda, situada a poco más de cien metros, los funcionarios de la tercera planta, donde está instalada la sección de intervención, interrumpieron sus actividades para felicitarse mútuamente y empezar a hacer planes para el destino de sus ganacias. "Casi todos tenemos pequeñas participaciones", aunque algunos -"con más vista", según sus compañeros- "Ilevaban un décimo ".

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¡Lástima de premio!

En esta sede de la precisión contable casi ningún funcionario quiso precisar la cuantía del premio obtenido ni revelar su identidad, excepto Rosa Mari Rabadán, casada, quien confesó que ingresará unos 15 millones. Los afortunados funcionarios de Hacienda adquirieron el pasado 28 de diciembre sus 16 décimos del número premiado con el producto de un reintegro del sorteo de Navidad. Además les correspondió uno de los cuatro premios extraordinarios de 500 millones al décimo, por lo que ganaron un total de 756 millones, repartidos entre unas 120 personas.

Al parecer, ninguno de los al tos cargos de la Delegación de Hacienda resultó premiado. "Sólo nos ha tocado a los curritos", confirmó una de las jóvenes afortunadas. En el mismo edificio, y sin ningún vínculo laboral con esta oficina, otras tres personas pellizcaron también el premio: un albañil que efectuaba re paraciones menores en distintas secciones de la delegación, que compró unas participaciones que ahora le suponen 16 millones, y dos Guardias Civiles de los que vigilan el edificio en el turno de tarde, que se repartiran otros 16 gracias a un billete que les fue a buscar el albañil. Aunque cobrará "un buen montón", este trabajador de la construcción, nacido en Jaén, no piensa abandonar su empleo: "Tengo una mujer y cinco hijos", comentó.

Un ex guardia civil y otros cuatro residentes en Andorra se repartirán 532 milones correspondientes a dos décimos -uno de ellos con premio extraordinario-, que fueron adquiridos en Barcelona por el periodista Josep Moscardó.

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A las 12.30 horas, minutos después de que se cantara el gordo, ocho funcionarios del Departamento de Política Territorial y Obras Públicas de la Generalitat abandonaron sus despachos. Habían obtenido un premio de 16 millones (dos para cada uno), y optaron por celebrarlo fuera de su lugar de trabajo. "Se han ido a casa. Pero no se preocupe: mañana volverán", sentenció uno de sus compañeros. Para adquirir su décimo, estos funcionarios apenas tuvieron que desplazarse, pues la Administración 125 se encuentra a sólo dos puertas del edificio oficial.

Esther González, de 25 años, titular del establecimiento, debió conformarse "con la suerte, que también lo es" de haber dado el gordo y repartir 5.200 millones de pesetas. "No es poco teniendo en cuenta que abrí el establecimiento el pasado mes de julio", dijo. La joven informó que las 20 series del 57.730 las vendió "de cajón", es decir en décimos sueltos. Luego pidió tranquilidad ("es que hoy acaba el plazo de la Primitiva y tenemos trabajo"). Sin embargo, al final accedió a celebrar la fortuna que le había pasado rozando por las manos descorchando una botella de cava ante las cámaras de televisión.

El señuelo de la impunidad fiscal

Una docena de agentes bancarios se concentraron ayer frente a la administración de loterías número 125, de Barcelona. Enfundados en impecables trajes grises o en lustrosas americanas azul marino, pugnaban con los perio distas por contactar con los escasos afortunados que se acercaron al lugar. En contraste con el hacer ruidoso de los informadores, los hombres del traje se acercaban sigilosos a los nuevos millonarios y, en un ademán discreto, le entregaban su tarjeta. "Llámeme", decían con una sonrisa.

La oferta vendría después, por la tarde, o quizá hoy, en un cómodo despacho. "En la actualidad, ofrecer un bonito coche a cambio de un depósito importante ya no sirve de nada", comentó uno de ellos.

"Ahora, las personas que ganan un premio importante quieren saber qué repercusiones fiscales les va a deparar su nueva condición de millonarios y, ante todo, les ofrecemos discreción. El banco o la caja les paga el premio y una prima a cambio del billete, y después somos nosotros quienes oficialmente cobrarnos el premio. Hacienda no se entera de quienes son los afortunados", agregó.

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