Liberar el cerebro
Equipos de expertos 'desprograman' por 500.000 pesetas a los miembros de sectas religiosas
Según los especialistas, aproximadamente unas 150.000 personas viven en España integradas en la disciplina de alguna secta. Sus familiares y amigos son quienes sufren más directamente las consecuencias de esta situación, y ante la imposibilidad de recuperar a un miembro de su familia por la vía judicial son quienes suelen recurrir a los servicios de equipos de desprogramación con experiencia en terapias que contrarrestan los efectos del lavado de cerebro que suelen practicar los grupos sectarios a sus miembros. Estos servicios cuestan un mínimo de 500.000 pesetas.
La actuación de los desprogramadores se sitúa en algunas ocasiones en la ilegalidad: secuestro del miembro de la secta -para forzarle a aceptar la terapia- y contratación de agentes de seguridad encargados de evitar fugas, intentos de suicidio o asesinato. La Administración, y en particular la policía, suelen tener dificultades jurídicas para actuar contra las sectas: cuando los mossos d'esquadra intentaron poner al descubierto las interioridades del Centro Esotérico de Investigaciones (Ceis), esta secta presentó inmediatamente querellas contra los altos cargos de la Administración catalana, los medios de comunicación que publicaron la noticia y la propia policía autonómica.El término desprogramación fue utilizado por primera vez en Estados Unidos. Ted Patrick, un asesor gubernamental para asuntos sociales en San Diego (Estados Unidos), tuvo conocimiento de los primeros casos de personas que habían mantenido contacto con la secta Niños de Dios en 1971 porque entre ellos figuraba su propio hijo. Después de llegar a la conclusión de que no tenía una solución legel ortodoxa para el problema, decidió secuestrar a una joven que había abandonado los estudios para seguir al Gurú Maharaj Ji. Tras dos días de tratamiento intensivo, la joven superó los efectos del lavado de cerebro.
Un centro en Cataluña
Esta experiencia se ha convertido con el tiempo en un punto de referencia obligado para todos los desprogramadores del mundo. En España existe un único centro permanente dedicado a esta labor en casos de extrema necesidad: el Centro de Recuperación, Orientación y Asistencia al Sectario (CROAS), en Barcelona. El equipo CROAS, integrado por un médico, un psicólogo y un asistente social, estudia los casos que le remiten las organizaciones de padres afectados e inicia las operaciones necesarias para desprogramar."Informar a la familia sobre qué es una secta resulta imprescindible para poder iniciar la desprogramación", destaca Josep Maria Jansá, médico de CROAS. "A diferencia del modelo americano, nuestra táctica consiste en convencer al adepto para que se someta voluntariamente a la desprogramación", según Jansá.
El principal -objetivo de esta fase inicial de la desprogramación es conocer el mayor número posible de detalles sobre la vida del adepto antes y después de su integración al grupo.
Pero el momento clave de la desprogramación se produce cuando en un apartamento alquilado especialmente para esa ocasión por los miembros de CROAS se reúnen los famífiares, el sectario y algunos miembros del equipo de seguridad contratado para evitar autole.siones o agresiones por parte del adepto.
Durante la terapia se explican al afectado detalles que le son desconocidos sobre la secta a la cual pertenece. Por lo general, éste empieza respondiendo con frases aprendidas de antemano en el grupo. Pero en el momento en que el adepto queda sin argumentos previos y necesita razonar por su cuenta, se abre el resquicio que el desprogramador puede aprovechar para conducir la conversación hacia las cuestiones de fondo. Si la desprogramación surte efecto, se inicia una última etapa: la readaptación de los ex sectarios a la vida social.
En España, el tratamiento se realiza a partir de las 500.000 pesetas, motivo por el que, según Jansá, ya se han registrado algunos casos de picaresca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.