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Películas aptas para menores

"Señor director: ¿no cree usted que siendo éste un periódico dirigido teóricamente a la totalidad de la sociedad española debería tener también una clasificación de espectáculos que sintonizase con la sensibilidad del colectivo tradicional al que pertenezco?". El lector que formula esta pregunta llevó a sus hijos -de 10 y 9 años, respectivamente- a ver una película clasificada como apta en la cartelera de cines publicada por EL PAÍS. "No quiero", escribe, '.por considerarlo empresa imposible, cometer el error de clasificarla entre las chabacanas, pornográficas, eróticas, fuertes o indecentes. Lo que sin duda me atrevo a hacer es excluirla del grupo que yo recomendaría para pequeños". En una conversación telefónica del defensor de los lectores con la esposa del comunicante ésta fue más explícita: la película era una verdulería impropia para niños.Este diario, efectivamente, va dirigido a la totalidad de la sociedad española, una totalidad muy plural y diversa en sensibilidades tanto individuales como colectivas.

Pretender calificar los espectáculos en orden a esa rica diversidad de criterios formados según pautas familiares, religiosas y escolares, y nacidos en ámbitos sociales, políticos y hasta geográficos distintos, es tarea casi imposible para los medios de comunicación de masas. De ahí que EL PAÍS no tenga establecido por su cuenta ningún tipo de calificación de películas en orden a si son o no recomendables para pequeños. Este periódico, como los demás diarios madrileños, se limita a cumplir la orden del Ministerio de Cultura de 1983 que establece dos tipos de filmes: uno, los que se exhiben en las denominadas salas X, a las que no se permite el acceso a los menores de 18 años, y otro, los que se proyectan en las salas Ramadas de arte y ensayo y comerciales. "Cuando las películas", dice textualmente la norma vigente, .sean calificadas como de arte y ensayo o para su exhibición en salas comerciales, se especificará la edad del público para la que se consideren recomendadas con arreglo a los siguientes grupos: especial infantil, para todos los públicos, no recomendada para menores de 13 años y no recomendada para menores de 18 años". Estas calificaciones, especifica la orden, tienen carácter puramente orientador, y añade que no podrá prohibirse la entrada por tal motivo en el local de exhibición a las personas con edad inferior a las señaladas en cada caso.

De estas recomendaciones se encarga la subcomisión de calificación -dependiente de la dirección general del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales-, compuesta por 15 personas elegidas por el director general y entre las que hay desde amas de casa a expertos en cinernatografia. La película que en concreto ha motivado la protesta de un lector, que se considera miembro del colectivo tradicional, fue calificada en su día como apta para todos los públicos, y se proyectaba simultáneamente al menos en tres salas madrileñas.

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En cualquier caso, el respeto a la infancia -el menor no lo es sólo en edad, sino también psíquicamente- debe ser una preocupación permanente tanto de quienes tienen la responsabilidad directa'de su tutela como de los poderes públicos y la sociedad en general.

Contradicciones

Desde Burgos, un lector se queja de los desatinos que con frecuencia se producen en los diferentes espacios del periódico que se ocupan de la programación de televisión. Un mismo día se anunciaba en una página la proyección de la película Los duelistas a una hora determinada; en la página anterior, "donde se hace el comentario de la misma", advierte el lector, aparece otra hora distinta. Y, para cohno, en El País Semanal se anunciaba para la misma fecha y hora el filme Las gallinas de Cervantes. El autor de la carta acaba pidiendo una aclaración de lo sucedido. La diferencia de hora entre una y otra información fue una sencilla errata. Las gallinas de Cervantes es otro cantar.

Rosa Rivas, encargada de editar los programas de televisión para El País Semanal, asegura que la información, elaborada por la oficina de prensa de RTVE, suele recibirse los martes, cuando no hay retraso, 12 o 13 días antes de la fecha de publicación del suplemento. Con este adelanto de casi dos semanas hay que entregar a imprenta el número. "Las páginas de televisión del semanal se cierran los miércoles o, como muy tarde, los jueves", explica Rivas. "Las alteraciones de última hora son frecuentes, incluso se producen en el mismo día de la emisión, por lo que a veces ni siquiera el diario puede dar cuenta del cambio".

Rosa Rivas facilita más detalles: "Esos ajustes de programación se han hecho en ciclos de importantes actores o directores de cine, con películas destacadas como novedades, de las que luego no se tienen noticias. En el caso de Las gallinas de Cervantes, su proyección se avisó durante varios meses, con profusión de fotos y datos sobre la importancia de una producción española. La desaparición de este filme no es nueva, ya se anunció para el pasado mayo".

Cartas 'bis'Aunque EL PAIS "se reserva el derecho de publicar" los escritos que llegan dirigidos a la sección Cartas al Director, no faltan lectores que se quejan de no ver reproducidas sus comunicaciones. Frente a la lícita reserva que hace el periódico, se ha producido en más de una ocasión la paradoja de que alguna carta se ha publicado dos veces. Y éste es el caso de un lector que protesta porque las cartas tituladas Abonos perdidos y Lectores anónimos se han repetido los días 22 y 24 de diciembre último.

El jefe de colaboraciones, encargado de la sección, justifica así la reedición: "El privilegio al que tuvieron acceso los autores de ambas cartas -muchos nos envían sus, misivas y no logran, por razones de espacio, entre algunas otras, verlas publicadas- se debe a un lamentable defecto de edición, provocado por la acumulación de las cartas ya publicadas en el bloque dispuesto para los días siguientes. Al no haber sido eliminadas ambas, se usaron de nuevo ante la natural perplejidad de los autores y de los lectores". Los autores de las cartas repetidas puede que estén perplejos, pero no se han quejado. Perplejo está, y además quejoso, el avisado comunicante que advierte del no solicitado bis epistolar.

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