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Urgencias del último día

Los servicios de urgencias de los hospitales celebran las fiestas de final y principio de año entre depresivos, que se sienten solos, y borrachos, acompañados de alcohol, que se sienten demasiado felices.

"Los problemas sociales son los responsables del aumento considerable de las urgencias durante estas fechas. Se agudizan los procesos psiquiátricos y la soledad se nota mucho más", comenta la doctora Mercedes Onis, directora del servicio especial de urgencias de Madrid.

A través del teléfono de este servicio se reciben llamadas solicitando urgencias domiciliarias. Durante Nochebuena y Nochevieja la centralita queda bloqueada. "Hay muchas personas que sólo quieren hablar, se sienten muy solas y nos llaman a nosotros", manifiesta Mercedes Onis. "Es triste, pero no podemos hacer nada".

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Alegría que entristece

Para Luis Hergueta, jefe de sección de urgencias del hospital Gregorio Marañón, de Madrid, y para Juan Carlos Infante, coordinador del mismo centro, éste no ha sido el primero año que pasan las fiestas lejos de su familia.

Día terrible

Según ellos, si malo es trabajar en Nochebuena en un hospital, peor es Nochevieja. "El día 31 es terrible; desde las cinco de la tarde estamos atendiendo borrachos. A eso de las dos de la madrugada, la sala de admisión de urgencias se convierte en un auténtico caos. Todos, menos nosotros, han bebido más de la cuenta", comentan con gesto triste ambos médicos.

Los comas etílicos ese día colapsan las urgencias. Quien paga realmente esta situación es el enfermo que llega grave.

La Nochebuena, por el contrario, es más tranquila. "Desde las diez de la noche hasta las dos de la madrugada, el hospital está en calma", explica el doctor Infante. "A partir de esa hora llegan los casos graves". Sigue siendo una fiesta familiar, aunque en los últimos años "se nota un incremento de accidentes, pues se tiende a salir después de la cena",añade.

Esa noche familiar aumentan considerablemente los intentos de suicidio. "Ya de por sí tú no te encuentras muy alegre, pues no estás con la familia", dice el doctor Hergueta. "Cuando llega una persona deprimida se habla con ella, se perfila un historial clínico y se remite al paciente al psiquiatra de guardia. A la vez, intentamos hablar con la familia. Si se ve que es un caso claro de suicidio, se le deja ingresado".

María Viñas lleva 16 años como enfermera en el hospital Ramón y Caja¡ de Madrid. Son ya muchas Navidades en el hospital intentando siempre lo mismo: "Que el enfermo que está aquí lo pase lo mejor posible". Para ello se adornan los servicios con estrellas, guirnaldas y serpentinas. "Intentamos que la comida sea un poquito mejor ".

Ahora María está en la unidad de vigilancia intensiva de pedíatría. "Los niños que no pueden pasar estas fechas en su casa procuramos que estén acompañados por sus padres. Es muy triste que esas noches las pasen fuera de la familia".

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