Sólo si flaquea el espíritu

Joaquín Ruiz-Giménez, defensor del pueblo desde hace cinco años y hasta hoy, afirma sin paliativos que quiere continuar, e incluso da pistas al Gobierno por si estima que, un nuevo mandato de' otros cinco años le colocaría en una edad -78 años- demasiado avanzada: "No se mide la ilusión y la esperanza por la partida de nacimiento; además, la ley prevé que se puede renunciar antes, y si no me sintiera bien fisica o espiritualmente, me iría antes de que se cumplieran los cinco años".Ruiz-Giménez dijo ayer a este periódico que no pone paños calientes para proclamar que quiere continuar en el cargo. "Si no es así, me voy tranquilo, porque la institución marcha y no va a existir ni un solo minuto de vacío", declaró. Todos los minultos desde hoy hasta que se efija un nuevo Defensor del Pueblo serán llenados por el adjunto primero, Álvaro Gil Robles.

Entre otras razones que le mueven a desear mantenerse en el cargo, está la circunstancia de que ha empleado los primeros tres años "en construir la nave". "Una vez que la máquina funciona, nos gustaría durante unos años continuar la tarea; pero nadie es insustituible, y si me toca dejarlo, pues me voy tranquilo", insiste. Desde que la nave se puso en marcha, el Defensor del Pueblo ha atendido unas 98.000 quejas y son muchos los colectivos que le deben agradecimiento. Tales como el reconocimiento de los derechós de los militares de la República y, muy recientemente, la concesión de pensiones a los familiares de las víctimas del accidente de un aviocar ocurrido en Guinea en enero del pasado año, además de multitud de casos anónimos sobre los que el Defensor intercedió ante la Administración.

Las administraciones han tenido un comportamiento desigual con esta institución. A unas, Ruiz-Giménez les daría un notable; a otras, aprobadillo raspado, y hay a quien suspende por su absoluta falta de colaboración. Si sus deseos no se cumplen, perseverará en su vocación: "Seguire siendo abogado del pueblo por libre".