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Felipe González evita acusar a los países ricos del fracaso de la 'cumbre' de Copenhague

El presidente del Gobierno, Felipe, González, evitó ayer acusar directamente a los países más ricos de la Comunidad Europea del fracaso reciente de la reunión del Consejo Europeo en Copenhague, aunque puso el acento en la paradoja que significa que se avance en la política de mercado interior, pero no en otros temas más sociales. El presidente del gobierno explicó en el Pleno del Congreso los pormenores de la reunión europea, y huyó, según sus propias palabras, de "un debate político-ideológico sobre la concepción de Europa". Aunque con matizaciones, los portavoces parlamentarios se mostraron unánimes en apoyar la actuación del Gobierno en las negociaciones comunitarias.

Durante casi cinco horas la Cámara Baja se convirtió en foro de debate sobre el proceso comunitario que trascendió a la reunión de Copenhague, por las intervenciones de la oposición, y se pasó a analizar los problemas comunitarios, la posición de España y las perspectivas de cara a 1992 cuando entre en vigor el Acta única Europea), se llegue a un auténtico mercado interior.Felipe González compareció a petición propia ante el pleno con la intención de explicar la situación del proceso de construcción de la nueva Europa a raíz del Acta única. González se lamentó de que en una cuestión vital para los intereses españoles, como es la propuesta de la Comisión Europea piara que se dupliquen de aquí a 1992 los fondos estructurales -destinados a ayudar a las regiones más pobres de la CE- no hubo ni siquiera sugerencias razonablemente equilibradas". Por el contrario, el 60% del tiempo de la cumbre se empleó en hablar de cuestiones agrícolas, como deseaba la República Federal de Alemania y Francia, países a los que González evitó citar en su intervención divulgativa inicial. El presidente del Gobierno criticó la metodología de funcionamiento del Consejo Europeo "que empieza a adquirir vicios acumulados difíciles de resolver si no se tiene una voluntad política de cambiar el mecanismo". El presidente expresó su confianza de que en la reunión extraordinaria de Bruselas de los próximos días 11 y 12 de febrero se llegue a un acuerdo.

Quizá el portavoz más crítico fue el secretario general del PCE, Gerardo Iglesias, que pidió una "concepción más progresista de la CE, y acusó alpresidente de "estar obsesionado con el libre mercado" y de hacer un discurso contra el liberalismo en Europa y otro neoliberal dentro de España. González le recomendó que pasara de la literatura a las matemáticas. Junto a Iglesias la otra crítica más contundente fue de la diputada del Partido Liberal Ana Yabar aunque en sentido opuesto. Según Yabar, el presidente muestra en Europa una posición dura y muy poco flexible. De forma excepcional los principales líderes de la oposición estuvieron ayer en el hemiciclo aunque dejaron a sus diputados expertos en materia comunitaria el defender las posiciones de grupo. La característica general de todas las intervenciones fue el tecnicismo y todos los oradores hicieron gala de un buen conocimiento de la temática comunitaria. El lado adverso fue que para los parlamentarios profanos en la materia la sesión, a juzgar por sus rostros, resultó excesivamente tediosa.

El portavoz de AP, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, enfatizó en que este debate "no es de confrontación sino de colaboración". Herrero alabó algunos apartados de la política gubernamental respecto a la CE y criticó otras parcelas, como la Política Agraria Común, e invitó al Gobierno a que pasara "de la retórica a la práctica".

El portavoz del CDS, Joaquín Abril, estimó que España debía recibir de la Comunidad compensaciones para paliar el desequilibrio del país en su balanza comercial. Javier Rupérez, presidente del PDP, aseguró que la reforma de la política estructural es condición básica de la realización del mercado interior. Antoni Durán Lleida, de Minoría Catalana, pidió el reforzamiento del papel del Parlamento Europeo como única forma de potenciar la unidad europea. Luis Mardones, de la Agrupación Independiente Canaria, y Juan María Bandrés, de Euzkadiko Ezkerra, manifestaron el apoyo de sus partidos a la política del Gobierno ante la Comunidad Europea.

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