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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Vida Nueva'

Hace pocos días saltaba a la luz pública la noticia del cese forzoso del director de la revista Vida Nueva, don Pedro Miguel Lamet, como una decisión en la que estaban implicados claramente monseñor Montero, obispo de Badajoz, y el nuncio de Su Santidad, monseñor Mario Tagliaferri.La revista Vida Nueva era, hasta el momento, la única revista religiosa que, con un carácter moderado y dialogante, acercaba la Iglesia, con sus problemas y debates internos, a la opinión pública. El cese de su director no resulta sorprendente, aunque sí es preocupante que se haya hecho a cara descubierta y mediante una clara ostentación de poder. No es sorprendente el hecho en sí, porque si un medio intenta informar sobre la Iglesia ha de hablar de la jerarquía, y si ese medio depende de ella, no es de extrañar que, si en algún momento no le gusta, o no va en la línea que quiere, deseen cargárselo. Y hablo de cargarse Vida Nueva, porque la destitución de su director y el deseo de colocar en, ese puesto a alguien más afín a las ideas tradicionales y fiel a la línea jerárquica es romper con la línea abierta, crítica y avanzada de una publicación con una gran acogida en gran parte de los cristianos españoles. Esto que otras veces se hizo en otros temas y asuntos, siempre se quiso disimular con una apariencia de diálogo, pero el cese del señor Lamet ha sido una decisión sin disimulos y manifestando una línea. religiosa muy concreta.

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En esta última época de nuestra Iglesia, y más aún desde la llegada a España de monseñor Tagliaferri y la llegada a la presidencia de la Conferencia Episcopal de monseñor Suquía, se han dado hechos que deberían ser dignos de una pausada y serena reflexión. Situaciones que van, por ejemplo, desde el nombramiento de obispos afines al Opus De¡ y la potenciación de movimientos como Comunión y Liberación, que tienen una dudosa presencia evangélica en la sociedad. El cesar al señor Lamet y ofrecer su puesto a alguien más acorde con una línea conservadora oculta el hecho de querer convertir esta publicación en un órgano oficial más de la jerarquía. Todo ello no está lejos de los nuevos caminos que busca la jerarquía del Vaticano, que intenta reconciliarse con Lefevbre antes que con la teología de la liberación; que apoya los nuevos movimientos espirituales y carismáticos olvidando que en su día dio fin a movimientos con una clara incidencia social; que busca formar un cristiano que sea ferviente adorador nocturno, pero que no intervenga en la transformación social y política de nuestra historia.

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Como en muchos medios eclesiásticos, no ha habido diálogo, sólo órdenes. Al momento, el Opus De¡ intentó acaparar Vida Nueva para su organización, cosa que algunos no verían nada mal, ya que la fidelidad de la Obra a Roma y a la jerarquía es algo más que indiscutible.

Pero cesar al señor Lamet ha sido también minusvalorar la obra de grandes personas que colaboran en la publicación, como el cardenal Tarancón y monseñor Iniesta; a no ser que el cese fuese también una crítica solapada hacia la línea religiosa de estas personas.

Ante esto, sólo queda preguntarnos una vez más: ¿hacia dónde va caminando nuestra Iglesia?- Vicario parroquial de San José.

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