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Los 'ocho' se comprometen a defender la paz, el desarrollo y la democracia

Acapulco Los presidentes del llamado Grupo de los Ocho (Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela) concluyeron ayer la cumbre de Acapulco (México) con la firma del Compromiso de Acapulco para la Paz, el Desarrollo y la Democracia. En el documento, los ocho expresan su "solidaridad con los países que, en ejercicio de su soberanía, toman medidas para limitar el servicio de la deuda a su capacidad de pago, apoyan el proceso de paz abierto en Esquipulas 2, respaldan "la puesta en marcha de un programa internacional de emergencia de cooperación económica" para Centroamérica y citan la integración regional, que "tendrá como objetivo converger hacia un mercado común latinoamericano".

En la sesión de clausura de la cumbre de Acapulco fue más sustanciosa la conferencia de prensa con los ocho mandatarios que la lectura del documento de 29 páginas, con tono monocorde y tedioso, por el canciller mexicano Bernardo Sepúlveda. El texto del llamado Compromiso de Acapulco resultó aguado, producto tal vez de la necesidad de contentar a los ocho presidente asistentes a la cumbre. En la conferencia de prensa, libres ya del corsé impuesto por la obligación de plasmar en un documento lo acordado, los presidente fueron más explícitos.El mexicano Miguel de la Madrid respondió que los ocho discutieron, entre otros muchos temas, el de la vuelta de Cuba a la organización de Estados Americanos (OEA). Según De la Madrid, "la OEA debe ser objeto de una detallada revisión", es un foro útil para el diálogo de América Latina y el Caribe con Estados Unidos, pero "desde hace varios años, la OEA no cumple eficazmente su función. Son muchas las tareas que no ha podido llevar a cabo".

El argentino, Raúl Alfonsín, cosechó aplausos cuando declaró que la política de derechos humanos de muchos países hacia América Latina es casi siempre post mortem, porque llega cuando las democracias han sido destruidas y sustituidas por dictaduras.

'Plan Marshall'

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Se refirió Alfonsín a la necesidad de una especie de plan Marshall para apoyar a las democracias nacientes y destacó que América Latina transfirió ya 150.000 millones de dólares en pago del servicio de la deuda externa, lo que "equivale, a valores constantes, a dos planes Marshall". Declaró Alfonsín que la deuda externa rompe también el equilibrio económico del Norte, donde "por cada millón de dólares que transferimos, se quedan sin trabajo 25 operarios debido a lo que dejamos de comprar".

De nuevo el peruano Alan García encandiló al auditorio, cuando explicó el sentido de la expresión "compatriotas" con que inició su discurso la jornada inaugural de la cumbre.

Dijo el presidente García: "Sólo eventualmente formamos parte de países diferentes. El destino es construir una gran nación", porque 170 años de independencia han demostrado que "el desarrollo nacional aislado es un camino sin salida" y es "un hecho definitivo del futuro la unidad de América Latina".

García calificó a la deuda externa de motor de integración y dijo que "las cosas están bien de lo puro mal que se están poniendo dentro de nuestros países". Se apoyó García en el ejemplo de la deuda externa y las elevadas tasas de interés, que han llevado "en este documento, al reconocimiento de algo que era erético: el derecho a la resistencia pacífica de quienes somos deudores. Ésto marca un hito: que reconozcamos que nadie está obligado a pagar más de lo que puede, porque incurriría en injusticia".

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