Zamora y Ungo se abrazan en un histórico mitin de la izquierda en San Salvador
El acto público celebrado por la izquierda para recibir al presidente del Frente Democrático Revolucionario (FDR), Guillermo Ungo -el primero de estas características que concentra a los partidos coligados con la guerrilla desde 1980-, elevó aún más la temperatura política del país, fuertemente sacudido por el impacto de la acusación contra el dirigente ultraderechista Robero D'Aubuisson por el asesinato de monseñor Romero.
Paradójicamente, Ungo y D'Aubuisson coincidieron al considerar la acusación como una cortina de humo lanzada por el presidente Napoleón Duarte para oscurecer los efectos del regreso de los dirigentes del FDR. ".Es demasiada casualidad", declaró Ungo a su regreso el lunes al país tras siete años de exilio, "que después de tantos años se descubra precisamente ahora lo que ya sabíamos desde hace tiempo". "Yo, a pesar de todo, me alegro y espero que se llegue hasta el fondo de la cuestión".El mayor Roberto D'Aubuisson, que reapareció a las pocas horas de que el presidente leyese la declaración del principal testigo en el caso, desmintió rotundamente su implicación en el asesinato de monseñor Romero y acusó a Duarte de haber utilizado políticamente el asunto para disminuir el perjuicio que le causa el regreso de Ungo y Rubén Zamora. El testigo interrogado, el chófer que condujo al asesino hasta el lugar del crimen, menciona a D'Aubuisson como la persona que dio la orden para el asesinato y al capitán Rafael Saravia, amigo personal de D'Aubuisson como el ejecutor del plan. [La policía norteamericana, por su parte, anunció ayer haber detenido a Álvaro Rafael Saravia-Merino, quien podría ser el mismo capitán salvadoreño, quien se encontraba prófugo en Estados Unidos. Saravia fue detenido por violar las normas de inmigración.]
La detención de D'Aubuisson está ahora pendiente de la decisión del juez y, posteriormente, de la autorización del Parlamento, ya que D'Aubuisson goza de inmunidad por su condición de diputado.
Altas fuentes de la Administración consultadas predicen días difíciles para este país, que tendrá que soportar el peso de las amenazas sobre jueces y parlamentarios para evitarle dificultades a quien, durante años, ha sido el niño mimado de las fuerzas reaccionarias de El Salvador. Estas fuentes explican que, con la acusación contra D'Aubuisson, puede haberse roto un pacto no escrito entre Duarte y la derecha para permitir una precaria estabilidad política del Gobierno.
Es fácil imaginar cuál podía ser el pensamiento de los sectores ultraconservadores cuando Ungo y Zamora se presentaron en la noche del lunes en la plaza de la catedral, en el centro de San Salvador, entre banderas rojas del Movimiento Nacionalista Revolucionario, rojas y azules del Movimiento Popular Social Cristiano y cánticos revolucionarios de apoyo a la guerrilla. Las miradas cortaban y el corazón se encogía con cada ruido en aquel lugar por la tensión que esa noche se había acumulado en el país.
Zamora y Ungo consiguieron, sin embargo, acaparar la atención de las 2.000 personas reunidas desafiando todos los miedos cuando el primero pidió el respaldo para "construir un país lindo en el que todos sientan el orgullo de ser salvadoreños" y el segundo presagiaba "una patria con justicia, con dignidad, con democracia y con justicia social".
Ungo dijo que una de las misiones que los traen a San Salvador es la de desatascar el diálogo entre el Gobierno y la guerrilla, y anunció que propondrá al arzobispo Arturo Rivera y Damas la fecha del próximo 5 de diciembre para reanudar en México el trabajo de las comisiones negociadoras.
El acompañamiento de Ungo en su regreso a San Salvador fue mucho más numeroso que el que viajó el sábado con Rubén Zamora. Además de los parlamentarios guatemalteco, francés, británico, español, alemán, noruego y sueco que se desplazaron desde México, destacó la nicaragüense Bianca Jagger, la ex esposa del líder de los Rolling Stones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.