Un padre podrá ver a su hija tres años y medio después de entregarla a un tribunal tutelar

El Tribunal Tutelar de Menores de Tarragona permitirá que Miguel Luque Rosa visite próximamente a su hija Eloísa, de cuatro años, a quien no ha podido ver desde que el organismo cedió a la pequeña a una familia, en régimen de guardia y custodia, hace tres años y medio.

Luque, que no ha perdido la patria potestad de su hija, internó a Eloísa, junto a sus otros tres hijos en 1983. Luque tomó esa medida después de que su mujer, Carmen Armau Solsona, le abandonara junto a sus cuatro hijos, que tenían en ese año edades comprendidas entre los tres meses y los seis años.

El padre de los niños estaba sin trabajo, no cobraba seguro de desempleo, carecía de casa y de recursos económicos para mantener a su familia.

Luque, que ha conseguido reunir a sus tres hijos mayores, ha iniciado a través de sus padres los trámites judiciales para que, la niña vuelva bajo su tutela.

Luque, que trabaja como portuario y reside en Ceuta junto a sus padres, recibió un escrito del presidente del Tribunal y titular del juzgado número 1 de Andorra, Antonio Carril, que le autorizaba a visitar a su hija.

La nota señalaba también que la revisión del expediente de Eloísa, solicitada por el padrastro de Luque, José Múgica, "todavía continúa su curso.

Reclamaciones

Las reclamaciones de Luque para recuperar a la niña se remontan a 1985, cuando se decidió a ir en busca de sus cuatro hijos que había internado en el Tribunal.

Se puso en contacto con sus padres, que se erigieron en portavoces de la recuperación de los niños, al disponer de una posición económica solvente.

Luque pudo recuperar a sus tres hijos mayores aunque no así a Eloísa, de quien le dijeron que por razones de salud había sido cedida en régimen de guardia y custodia a una familia, cuya identidad se desconoce.

En repetidas ocasiones Luque se había dirigido al tribunal tutelar donde la única respuesta que le dieron es que la niña se encontraba en un régimen de guardia y custodia con una familia. El fiscal reconoció en su día que nada había que objetar a la conducta del padre pero se negaba a devolver por el momento la niña a su padre "porque sería perjudicial para su estado anímico".