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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

García Abril y la guitarra

La Sinfónica de RTVE puso a su frente al salzburgués Leopold Hager (1935) para mantener una excelente línea de calidad en la Sinfonía en mi bemol, de Mozart. Aunque en el siglo pasado esta Sinfonía, primera del gran tríptico que corona el ciclo, se viera como ejemplo de serenidad, hoy completamos el concepto al entenderla como anuncio de una nueva manera de pensar la música que encarnará Beethoven a partir de la Heroica. Hager y la orquesta nos dieron un Mozart trascendente, vivo y bien cantado.No marcharon absolutamente igual las cosas en el resto del programa. Cuatro ensayos o cinco son pocos ante dos partituras como las Variaciones, de Blacher, y el Concierto mudéjar, de Antón García Abril (Teruel, 1933), de distintas pero reales dificultades. Estrenado en 1985, me parece que Ernesto Bitetti tocaba el Concierto en Madrid por vez primera. Me parece justo recordar que el binomio autor-intérprete, tan frecuente en la historia, se realiza, una vez más, en García Abril y el guitarrista Bitetti. Bitetti fue -me parece- la gran incitación para una serie de páginas guitarrísticas que ofrecen el doble interés de su valor específico y su significación dentro del total creativo de García Abril, una personalidad acusada dentro de la generación de 1931.

Orquesta Sinfónica de RTVE

Director: L. Hager. Solista: Ernesto Bitetti, guitarra. Obras de Blacher, García Abril y Mozart. Teatro Real, 19 de noviembre. Madrid.

Personalmente, encuentro en el segundo tiempo de la obra (Andante) el más fuerteatractivo por la refinada evocación lograda por el autor a la espléndida e íntima arquitectura mudéjar de su ciudad natal. Guitarra y orquesta de cuerda parecen rememorar, en sonidos, el dibujo, los colores, la esbeltez, el color y la luz turolenses. Los otros dos movimientos se apoyan en rasgos constitutivos de la tradición española: melódico-gestuales en el Moderato inicial, rítmico, y combinatorios de zapateado y la zarabanda popular, en el final, aunque lejanos de toda complacencia nacionalista. Ernesto Bitetti tocó con bello sonido, limpia ejecución y voluntad expresivista, y la orquesta y su director llegaron a apurar cuanto la obra puede dar de sí, que es mucho más de lo escuchado.

Autor casi desconocido

Algo similar, pero en menor medida, sucedió con las Variaciones Paganini, de Boris Blacher (1903-1975), un compositor importante apenas conocido entre nosotros, salvo estas Variaciones programadas antes por la ONE, con Prohaska en 1959 y con Sawallisch en 1966, y la Música concertante, dirigida por Frühbeck en 1960.Ignoramos la parte fundamental de la obra de Blacher dedicada a la ópera grande y de cámara (con un ensayo tan singular como la ópera abstracta, de 1953) y al ballet apoyado en los grandes mitos (HamIet, Lysistrata, Tristán). Basadas, como tantas otras composiciones, en el Capricho 24, de Paganini, las Variaciones constituyen un ejercicio orquestal de alto virtuosismo, sabia factura y capacidad de invención, y explotan el conjunto sinfónico en todas sus posibilidades: individuales, grupales y totales.

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