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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El congreso del rejuvenecimiento

EL XIII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) significará sin duda un momento decisivo en el proceso de reforma y modernización de ese inmenso país, en el que algunas provincias son mayores que cualquier Estado europeo. Sus conclusiones han confirmado la línea de reforma y de apertura. El prestigioso líder Deng Xiaoping se ha retirado por voluntad propia de casi todos los cargos de dirección, pero ha -sido el gran triunfador del congreso. La política que él lanzó en 1978 para sacar al país del caos de la revolución cultural, cerrar la etapa de Mao Zedong y abrir a China nuevos caminos es la que ha prevalecido.La orientación del congreso del PCCh, definida básicamente en el informe presentado por el secretario general, Zhao Ziyang, tiende a impulsar hacia adelante la reforma económica, reduciendo las competencias de los órganos centrales, dando un papel creciente al mercado y una autonomía más efectiva a las empresas, confirmando además la apertura hacia Occidente, que ha sido característica de los últimos años. En el terreno de la reforma política no se han adoptado decisiones espectaculares, pero se ha afirmado una voluntad clara de combatir la costumbre heredada de la permanente injerencia del partido en todas las esferas de la vida social, de separar al partido de los órganos estatales y de conservar espacios de crítica y de debate cultural.

Después de las manifestaciones de estudiantes de finales del año pasado y de la destitución del entonces secretario general del partido comunista, Hu Yaobang, se produjo durante algunos meses una ofensiva de los elementos conservadores y ortodoxos, con fuertes posiciones en los órganos dirigentes del partido, contra el "liberalismo burgués". Se creó una amenaza real de marcha-atrás, hasta el extremo de que la reforma estuvo comprometida. El último congreso indica que ese peligro ha sido superado. Es probable que los proyectos iniciales de una democratización audaz -que Deng -trazó en algunos de sus discursos- hayan sido recortados para evitar enfrentamientos con los elementos que, sin oponerse a la reforma, quieren moderarla al- máximo, sobre todo en lo referente a preservar el monopolio de poder del partido. Pero el congreso no se ha orientado contra el llamado "liberalismo burgués". Al contrario, ha respaldado la necesidad de una reforma política, con mayor claridad que en ninguna ocasión anterior.

En ese orden, el hecho más visible y trascendental es sin duda la renovación y rejuvenecimiento de los órganos dirigentes. La retirada de los veteranos ha sido una operación llevada a cabo por Deng Xiaoping con mano maestra, y con una modestia -poco frecuente en personalidades de su talla histórica- que le ha permitido sacrificar el desempeño de cargos a un interés general. Él tomó la iniciativa de proponer su propia retirada, junto con la de los otros veteranos de su generación, que han sido baluartes de las posiciones conservadoras. A pesar de serias resistencias, Deng ha logrado imponer su criterio. Así, el equilibrio ha cambiado a favor de los reformistas. La renovación ha sido radical, sobre todo en los órganos más restringidos que disponen del poder determinante. De los cinco miembros del comité permanente del Politburó han. salido, junto, con Deng, tres dirigentes veteranos conservadores: Li Xinnian, Chen Yun y Peng Zhen. Del anterior sólo queda el secretario general Zhao Z¡yang. El rejuvenecimiento es asimismo marcadísimo en el Polilburó y en el Comité Central.

Zhao Ziyang es hoy la figura decisiva de la marcha de China hacia la modernización, pero es evidente que Deng seguirá siendo, después de este congreso, el orientador de la política china, y no debido a sus cargos, sino por una causa más honda: ocupa un lugar excepcional gracias a su historia y sobre todo a que supo inventar, en los años difíciles, la política que triunfa hoy.

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