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LA REFORMA EN LOS DOS GIGANTES COMUNISTAS

La retirada de Deng del Comité Central, ejemplo del rejuvenecimiento del Partido Comunista Chino

Una generación de políticos nacida precisamente mientras se fraguaba la revolución que hace 38 años dio a luz a la República Popular China, será la encargada de dirigir los destinos del mayor país del mundo hacia el siglo XXI. El XIII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) eligió ayer a un nuevo, más joven y más cohesionado Comité Central, integrado por 175 miembros titulares y 110 suplentes, cuya misión será acelerar la gaige (reforma) de las estructuras económica y política del país, abrir de par en par las puertas de China y velar por que se mantenga firmemente en pie el sólido edificio construido con los planos diseñados por Deng Xiaoping, quien da ejemplo y deja de ser miembro del Comité.

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El arquitecto de la vía China hacia el socialismo sabe que sus más de 1.000 millones de conciudadanos, aún traumatizados por la revolución cultural (1966-1976), priman ante todo el orden y la estabilidad como instrumentos clave para que el país se desprenda de su pobreza y de su atraso tecnológico.La edad media del nuevo Comité Central del partido (incluidos los suplentes, entre los que abundan los elementos jóvenes y tecnócratas) es de 55,2 años, casi cuatro años menos que el anterior, pero aún por encima de los objetivos declarados del partido.

Los viejos revolucionarios -que ayer tenían que ser ayudados a mantenerse en pie mientras los sones de La Internacional clausuraban el congreso- y los izquierdistas más intransigentes brillaban por su ausencia en el nuevo Comité Central, en el que, sin embargo, sigue sentado el defenestrado secretario general del PCCh, Hu Yaobang.

Importante exclusión

Queda fuera, en cambio, un personaje que, sin duda, tuvo mucho que ver en la caída de Zhao a principios de este año: Deng Liqun, el animador de la campaña contra la contaminación espirítualJunto con Hu Qiaomu, ex secretario de Mao Zedong, trató por todos los medios de borrar del mapa a los partidarios de las reformas, y se apoyó para ello en los militares más recalcitrantes. Pero fue por lana y salió trasquilado. Sus deseos de sentarse en el Politburó han quedado en agua de borrajas. Su nombre quedó perdido en la cola de los candidatos que fueron vetados por los delegados.

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"Cada uno puede pensar que debería haber salido elegido, pero no es a él al que le corresponde decidirlo, sino a los delegados", comentó ayer el portavoz del congreso, Cheng Dezhu, si bien en ningún momento accedió a confirmar si Deng Liqun había figurado en la lista de candidatos al Comité Central. Por vez primera, esta lista contenía un 5% más de nombres que de puestos a cubrir.

El flamante Comité Central, en el que se sientan representantes de 10 de las 55 minorías étnicas del país, incluidos dos tibetanos, habrá de nombrar hoy al nuevo Politburó y, lo que es aún más trascendental, a su comité permanente, en el que hasta ahora se sentaban Hu Yaobang y Deng Xiaoping.

Tan sólo Zhao Ziyang, de 68 años, que hoy será consagrado como secretario general del partido (aunque seguirá ocupando hasta marzo la jefatura del Gobierno), seguirá sentado en uno de los sillones del consejo de sabios del partido.

El anciano Chen Yun, de 82 años, un verdadero cadáver viviente, que ayer no asistió a la sesión de clausura, y el actual jefe del Estado, Li Xiannian, también de 82 años, pero mucho mejor conservado, pasan a engrosar asimismo las filas de los jubilados, si bien el primero permanece, al igual que el ultraconservador Ling Liqun, entre los 200 miembros de la comisión asesora central.

Cuatro colores

Los casi 2.000 delegados asistentes al congreso del PCCh fueron los encargados de elegir, por votación secreta, a la nueva cúpula directiva del partido. Roja, para los titulares del Comité Central (35 menos que el salido del XII Congreso, hace cinco años); rosa, para los suplentes (28 menos); naranja, para los miembros de la comisión asesora central (éstos se elevan, en cambio, en 28), y crema, para la drásticamente reducida comisión de inspección disciplinaria (de 132 a tan sólo 69), cuya misión es velar, entre otras cosas, por que no se sigan prodigando casos de corrupción entre los 46 millones de afiliados al partido.Zhao Ziylang, en cuyas manos queda ahora la antorcha del Partido Comunista Chino, redefinió ayer las coordenadas por las que ha de navegar el partido en esta primera etapa del socialismo: "Esforzarse por hacer de China un país socialista, moderno, próspero, democratico y culturalmente avanzado".

El partido -así lo dicen sus dirigentes y es opinión compartida por la mayoría de los observadores en la capital china- ha estrenado ahora una nueva etapa, que traerá consigo sin duda cambios de trascendencia histórica en el Imperio del Centro que, paso a paso, va encaminando su derrotero hacia un punto de no retorno, que muy bien podría estar a mitad de camino entre el comunismo y el capitalismo.

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