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González finaliza su visita a Argentina con una nueva reunión con Alfonsin

Felipe González completó ayer la primera parte de su gira por latinoamérica en Argentina con una cena privada en la residencia presidencial de Los Olivos, con Raúl Alfonsín. Era su último encuentro a solas con el jefe del Estado y del Gobierno argentino, a quien la visita del mandatario español, según la oposición peronista, ha servido para fortalecer en unos momentos en los que el justicialismo considera al radical Alfonsín "un cadáver político" tras las últimas elecciones.

Esta primera etapa ha sido, salvadas estas críticas, y otras, muy matizadas, contra la "inconcreción" de las propuestas de González sobre la resolución de la deuda argentina, fácil para el presidente del Gobierno español, que ha vuelto a comprobar personalmente la gran popularidad de que goza en este país.De acuerdo con todos los síntomas; Felipe González y Alfonsín mantienen en perfecto estado su sintonía personal y política. El acto conjunto celebrado a mediodía del viernes en el club español, con asistencia de unas 2.000 personas, fue casi más un mitin electoral en favor de los radicales -y ello, pese a la ideología conservadora de una mayoría de los asistentes- que otra cosa. Los contactos de González con justicialistas como Antonio Cafiero o sindicalistas -afectos al justicialismo- como Saúl Ubaldini, no han logrado borrar esta sensación. Ubaldini llegó a decir, incluso, que, antes de su encuentro con González, debía "consultar" con su amigo Nicolás Redondo.

Los escasos contactos callejeros del presidente del Gobierno español han probado hasta qué punto es popular en este país: numerosos comercios exhibieron estos días su fotografía en los escaparates, y resulta imposible entablar conversación con un argentino sin que surja la referencia admirativa a Felipillo, nombre con el que se le conoce popularmente y con el que es designado incluso en los periódicos.

Tampoco abundaron, si se exceptúa la conferencia de prensa del sábado, los contactos de González con los periodistas; este fin de semana, en las cataratas de Iguazú, 1.000 kilómetros al norte de Buenos Aires, donde se rodó la película La misión, el presidente recibió brevemente a los informadores pero el encuentro apenas se redujo a una meteórica sesión fotográfica, en la que, para colmo, el presidente fue asaltado por una multitud de jóvenes bañistas que deseaban retratarse junto a él o, simplemente, tocarle.

El contenido real del viaje ha sido escaso, si se exceptúa el esfuerzo de presencia en un país poblado de recuerdos españoles. Los periódicos titulaban ayer, sin hacer más comentarios, que España no condonará la deuda -100.000 millones de pesetas - que Argentina tiene contraída con nuestro país, y nadie parece haber aportado soluciones más concretas a este problema, al margen de las buenas palabras, como las pronunciadas por González el sábado: "En este terreno, estaremos en primera línea, iremos tan lejos como el que más", dijo.

Los contratos pendientes de firma, por un valor total cercano a 100 millones de dólares, tampoco han avanzado excesivamente, pese a la masiva presencia empresarial española en un viaje paralelo al del presidente.

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