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Escasa presencia socialista en la manifestación por la paz

Una veintena de personas -entre ellas, Juan Barranco, alcalde de Madrid- fue casi la única representación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y de la UGT en la manifestación por la paz, el desarme y contra las bases norteamericanas que tuvo lugar ayer en Madrid. En Barcelona se formó una cadena humana de dos kilómetros, y en otras capitales se llevaron a cabo diversos actos a favor de la paz y de la desnuclearización. Al término de la marcha de Madrid, el escritor Antonio Gala pidió que se cumplieran los términos en que se pidió el sí en el referéndum de la OTAN o se anulara el mismo.

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Miles de personas -20.000 según el Gobierno Civil, 120.000 según los organizadores- participaron ayer, en un ambiente festivo, en la manifestación por la paz, el desarme y contra las bases estadounidenses. Los actos estaban convocados por varias asociaciones pacifistas, la Plataforma Cívica, y apoyada por partidos de izquierda.La presencia de dirigentes socialistas en la manifestación fue escasa. Cabe destacar a Carlos López Riaño, perteneciente al sector crítico del PSOE, que se acercó a saludar un momento a las personas que encabezaban la marcha, y a Juan Barranco, alcalde de Madrid. Barranco, que había participado en la fiesta de la bicicleta, se unió a la manifestación colocándose tras la pancarta del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) que cerraba la marcha. Pero su presencia pasó prácticamente inavertida y abandonó la manifestación a la altura de la plaza del Callao, cuando apenas había recorrido unos centenares de metros.

José Luis Daza, secretario general de UGT de Madrid y Manuel Garnacho, responsable del sindicato de construcción de esta misma central; Eduardo Mangada y Elena Vázquez, consejeros del Gobierno de Madrid; los alcaldes de Fuenlabrada, Vaciamadrid y Parla; García Santesmases, Manuel de la Rocha, entre otros, constituyeron casi en exclusiva la delegación socialista que se manifestó bajo la bandera del MPDL, junto a Jacobo Echevarría y Carlos Dávila, dirigentes de este movimiento. Francisca Sauquillo, su presidenta y senadora socialista encabezaba la manifestación, junto a Antonio Gala, Marcelino Camacho, Gerardo Iglesias y Alonso Puerta.

Detrás, convenientemente separados, los diferentes grupos y partidos que apoyaban el acto: Santiago Carrillo, con Adolfo Piñedo; José March, secretario general de la CNT; Agustín Moreno y otros dirigentes de CC OO.

Jóvenes del partido Humanista; no tan jóvenes de Acción Republicana Democrática Española (ARDE), ondeando banderas republicanas; famosos (Imanol Arias), familias enteras con niños aún con las bicicletas con que habían participado horas antes en la fiesta; máscaras y charangas ocuparon durante más de dos horas la Gran Vía y la calle de la Princesa.

Distensión mundial

Al lado de la parroquia del Buen Suceso, Antonio Fraguas, Forges, y Antonio Gala se dirigieron a los asistentes. El calor comenzaba a apretar. Eran más de las dos de la tarde. Gala mostró su satisfacción por el momento de distensión mundial que se estaba viviendo y aseguró que había que aprovecharlo para pedir que se cumplieran los condicionamientos de la entrada en la OTAN. "Y no se cumplirán", dijo, "si las bases norteamericanas permanecen en españa". Fue interrumpido en varias ocasiones por gritos de "OTAN no, bases fuera".

En otras capitales se llevaron a acabo actos parecidos. En Barcelona, varios miles de personas (3.000, según la Guardia Urbana y 10.000 según los organizadores) participaron en una manifestación pacifista convocada por la Coordinadora pel Desarmament y la Desnuclearització Totals (CDDT) para exigir la anulación del convenio bilateral entre España y los EE UU y la retirada inmediata de las bases. Durante el acto, en el que no se produjeron incidentes, los asistentes formaron una cadena humana de unos dos kilómetros, desde el portal de la Pau (junto al moll de la Fusta, en el puerto de Barcelona, hasta cerca de la Barceloneta).

La formación de la cadena humana se retrasó casi 40 minutos sobre el horario inicialmente previsto "para aguardar la llegada de un número adecuado de personas", según uno de los miembros de la organización. Durante este tiempo de espera, personas vinculadas a las organizaciones que apoyaban la convocatoria repartían folletos y vendían sus publicaciones: "Comprad La puça (La pulga), la decana del antimilitarismo", pregonaba uno de los vendedores. Algunos entretenían la espera en el bar instalado por la organización en el moll de la Fusta, donde, junto a la cerveza y otros refrescos, la Coca-Cola -"uno de los principales símbolos yanquis", se comentaba en un corrillo de manifestantes- obtenía un buen número de pedidos.

Alrededor de 100 personas, convocadas por el comité anti0TAN y ecologista de Segovia, se manifestaron ayer en esta capital, según informa Aurelio Martín. Los asistentes, algunos portando escobas, recorrieron una de las principales calles de la ciudad bajo el lema: "Vamos a barrelos aquí también".

Gritos contra el tratado

Durante la marcha, que transcurrió sin incidentes, se lanzaron gritos contra la renovación del convenio bilateral con EE UU y se invitó a la manifestación que se celebrará en Madrid el 1 de noviembre, convocada por la coordinadora estatal de organizaciones pacifistas, a la que pertenece el comité segoviano.

Los manifestantes gritaron en varias ocasiones la frase de "Ni en Rota ni en Madrid, ni campo de tiro aquí", haciendo referencia al campo de Baterías, ubicado a las afueras de Segovia, donde se realizan prácticas de tiro.

Alrededor de un millar de personas se manifestaron ayer por el centro de Valencia convocadas por Izquierda Unida, Comisiones Obreras, la Confederación Nacional del Trabajo y otras organizaciones políticas y pacifistas dentro de los actos de la Semana Mundial del Desarme, promovida por las Naciones Unidas.

En Bilbao, unas 500 personas se manifestaron por la paz y el desarme. La marcha, que iba encabezada por una pancarta que pedía la desnuclearización total de Europa, partió de la plaza Elíptica de la capital vizcaína y tras recorrer la Gran Vía desembocó en la plaza del Arenal.

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