El ahorro y el 'óbolo de San Pedro' mejoran las finanzas del Vaticano
Los fieles y obispos de todo el mundo han sido este año más generosos con la Santa Sede, mientras que el Vaticano ha reducido sus gastos, según se deduce de un comunicado oficial hecho público ayer por la oficina de prensa de Vaticano tras la reunión de la comisión papal de cardenales que ha examinado en los últimos días a puerta cerrada el estado financiero de la Santa Sede.
El óbolo de San Pedro -las limosnas que los fieles de todo el mundo envían cada año al Papa a través de los obispos- se ha incrementado este año considerablemente: en 1986 ascendió a 32.031.914 dólares, mientras que en los nueve primeros meses de este año asciende ya a 35.797.570 dólares.Por lo que se refiere al déficit del Vaticano, éste se ha reducido, con respecto a 1986, en 4.160.000 de dólares. En conjunto, el déficit de 1986 ascendió a 56.723.000 de dólares, y se prevé que el del año 1987 será de 59.349.000 de dólares.
Según el documento vaticano, el incremento del déficit ha sido bloqueado "gracias a la mayor generosidad de los fieles y a un control más estrecho de los gastos".
En cuanto a los gastos de la Santa Sede, en 1986 fueron de 113.981.000 dólares, y los ingresos de 57.258.000 dólares. Para este año están previstos unos gastos de 112.860.000 dólares yunos ingresos de 53.500.000 dólares.
En los años precedentes, las deudas se pagaron gracias al óbolo de San Pedro y a las reservas patrimoniales de la Santa Sede. Ahora los cardenales han revelado que dichas reservas se han consumido completamente y que "las ofrendas de los fieles están aún muy por debajo de los gastos". De ahí la nueva llamada a obispos y fieles católicos para que aumenten su generosidad.
El único apartado en que la Santa Sede no ha tenido deudas ha sido el Governatorato de la Ciudad de Vaticano, controlado por el arzobispo Paul Marzinkus, que sigue al frente del Instituto para las Obras de la Religión (IOR) o banco del Papa, un ente autónomo que no entra en estos balances y sobre el que nadie sabe nada, pero que otros años había ayudado a pagar las deudas vaticanas, lo que indica que goza de buena salud.
Los cardenales han decidido enviar una carta de agradecimiento a todos los obispos "por la mayor generosidad que han demostrado con la Santa Sede". En la carta se les exhorta a que animen a los católicos a continuar en esta generosidad. De lo que no habla el comunicado es de la preocupación de la Santa Sede por lo que haya podido perder con el desplome de la bolsa en los diferentes mercados internacionales. Uno de los cardenales de la comisión, el francés Albert Decourtay, arzobispo de Lyón, declaró que el lunes negro lo ha sido también para la Santa Sede.
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