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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Excitar la imaginación

Resultó emocionante contemplar el martes a la joven pareja compuesta por Julio Bocca y Arantxa Argüelles en la Zarzuela. Al margen de las valoraciones técnicas y artísticas que puedan hacerse, en el ballet -como tan bien ilustra la estructura jerarquizada y perfecta de Tema y variaciones, de Balanchine- hacen falta estrellas que exciten la imaginación del público y que contagien el convencimiento de estar asistiendo a un acontecimiento único.El público de la Zarzuela -que, cuando se trata de ballet, es un público tirando a frío, que tiende a trasladar a este espectáculo la solemnidad de los conciertos sinfónicos- se entregó sin restricciones desde que Bocca atacó su primera variación de El corsario.

Ballet del Teatro Lírico Nacional

El corsario (Petipa / Drigo), Tema y variaciones (Balanchine / Chaikovski). Intérpretes: Julio Bocca y Arantxa Argüelles. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Miguel Roa. Martes 20 de octubre de 1987.

El bailarín argentino, que se hizo casi instantáneamente célebre en 1985 al ganar, a los 18 años, la medalla de oro en el concurso de Moscú -como ocurrió con Baryshnikov y Bujones cuando ganaron el de Varna-, respondió con toda tranquilidad a las expectativas creadas. En primer lugar, por el buen desarrollo global de su técnica, que, hasta el momento, le permite combinar un salto deslumbrante, basado en un ballon natural excepcional, con excelentes resultados en giros, todo ello en un físico bien proporcionado de danseur noble. Son cualidades difíciles de reunir y de desarrollar armoniosamente en un solo bailarín.

Pero, además, Bocca resulta atractivo porque, no obstante sus facultades y su éxito, no emana de él aún una presencia escénica apabullante, sino una cierta humildad de porteur atento, de artista en formación, que es la que corresponde a su edad y -probablemente- a su carácter, y que, en estos momentos iniciales de su brillante carrera internacional, aparece como una garantía de que Bocca no se echará a perder.

No parece casual que Mijail Baryshnikov, que además de director del American Ballet Theatre sigue siendo el más grande bailarín clásico de nuestros días, haya tomado a Julio Bocca bajo su protección.

Arantxa Argüelles estuvo claramente a la altura de las circunstancias. Su técnica, sin ser tan equilibrada como la de Bocca (en ella priman el equilibrio y la facilidad de giro sobre la elevación), revela facultades portentosas. No hay muchas bailarinas hoy en el mundo que se atrevan a intentar los fouéttés de la coda de El corsario alternando abiertos con cerrados dobles y que los saquen tan tranquilos, tan limpios, tan imperiales. En Tema y variaciones, Argüelles dio también varias muestras de su nivel, y mantuvo a lo largo de la actuación la concentración exigida, dando esa sensación de facilidad que es su marca, pero sin llegar a la nonchalance, que es su peligro.

Argüelles tiene ahora una gran oportunidad, con la llegada de los maestros del Bolshoi al Nacional, que pueden aportarle grandes cosas en este momento crucial de su desarrollo artístico.

Resulta imprescindible señalar que a esta "velada memorable", como solía decirse, contribuyó también la totalidad de los componentes del Ballet del Teatro Lírico Nacional, que han hecho una buena temporada, posiblemente la más importante artísticamente de su corta historia. En Los cuatro temperamentos, los chicos -Antonio Castilla, José Antonio Quiroga y Ricardo Franco- dieron claramente la impresión de que está empezando a salvarse el bache histórico entre el nivel de las mujeres y el de los hombres, lo que es imprescindible en una compañía importante, como ésta. En cuanto al ballet de Nacho Duato, Sinfonía india, la compañía lo baila con tanto gusto y el público lo recibe cada noche con tal clamor que no vale la pena analizar hasta qué punto es o no una copia de Kylian. Por otra parte, es natural y hasta bueno que alguien copie a su maestro. Lo grave (y lo que suele dar resultados catastróficos) es que se copie lo que se desconoce.

Tema y variaciones, que en las compañías americanas suele ser un ballet telonero, queda aquí muy bien como coronación del esfuerzo de un grupo del que cada vez se va a exigir más.

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