El tiempo ganado

Cada día uno de aquellos contemporáneos de Proust que él cubría de alabanzas hiperbólicas en Le Figaro y de perspicaces sarcasmos en privado, un Ganderax o un Dierx, debe de caer silenciosamente como bien de dominio público. Tan apagada es la caída que aquí nadie se vuelve a levantar. Pero en cuanto a Proust más que una caída es una ascensión lo que hace cuando cae aquí.De repente, pululan las ediciones, eruditas o de bolsillo, manuales y comentarios, guías y resúmenes, que van de la edición crítica, tan erudita como ilegible, al folleto astuto que permite al estudiante con prisas no leer En busca del tiempo perdido y saber vagamente lo que contiene. Painter demuestra que Proust no ha copiado ni inventado nada, sino que ha recompuesto la realidad con el ojo de una rapaz, la musicalidad de un poeta y la crueldad calmosa de un moralista.

Contrariamente a las insulsas ideas que se han extendido durante largo tiempo, Proust es el mejor profesor de energía e inteligencia valiente que pueda proponerse a la juventud en particular y a Francia en general.

La leyenda del engominado mundano, snob y ocioso, friolero, enfermizo y un poco ridículo es totalmente desmentida por la obra. Y desmentida también por la extraordinaria valentía de este hombre asmático y frágil, que murió aún joven, agotado de trabajo, tras haber escrito y reescrito hasta dieciséis veces algunas partes de su libro y que consagró su vida entera a su novela.

, 10 de octubre