Los conservadores británicos apoyan el desarme, pero no a cualquier precio
El Reino Unido respalda las negociaciones de desarme, pero no a cualquier precio, declaró ayer el ministro de Asuntos Exteriores, sir Geoffrey Howe, en el congreso anual del Partido Conservador británico, en Blackpool. Su discurso llegó después de que el canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), Nigel Lawson, prometiera increíbles reducciones fiscales y el titular de Servicios Sociales, John Moore, incidiera en los planes para privatizar la sanidad.
El jefe de la diplomacia británica habló ante los congresistas conservadores reunidos en la ciudad costera del noroeste inglés, que al final le rindieron una de las más intensas ovaciones escuchadas en una sala en la que durante esta semana debe de haberse roto más de un aplaudiómetro. Howe había halagado antes, sin contemplaciones, el instinto nacionalista del auditorio. "Un Reino Unido fuerte está de nuevo en el centro de los asuntos mundiales", dijo. "También en Europa el Reino Unido está a la cabeza".Como era de esperar, el ministro aludió al acuerdo en principio logrado por las superpotencias para eliminar los euromisiles, acuerdo que atribuyó "a la tenacidad y la unidad de la Alianza occidental, por la que este Gobierno tanto ha luchado". Criticó el gusto laborista por el unilateralismo y aseguró que se está trabajando para lograr reducciones adicionales en los arsenales nucleares estratégicos y en los químicas y "en la creciente amenaza de la superioridad soviética en armas convencionales". Pero este desarme, dijo con firmeza "no va a hacerse a cualquier precio". El precio que nunca se pagará, garantizó Howe a los satisfechos asambleístas, será "el de nuestra propia seguridad".
Lucha antiterrorista
Howe reiteró el compromiso de su Gobierno en la lucha antiterrorista, tanto internacional como nacional (en lo que va de año han sido asesinadas más de 70 personas en el Ulster). "No cederemos al chantaje. No negociaremos con terroristas".
También fueron palabras duras las empleadas para referirse a la Comunidad Europea. "Si Europa no puede controlar el coste de su alimentación, si no puede gestionar su propio presupuesto, ¿cómo puede esperar dominar su propio destino?", se preguntó. "Bajo ninguna circunstancia continuaremos arrojando sumas cada vez mayores al pozo sin fondo de una Política Agrícola Común sin reformar".
El ministro de Servicios Sociales, John Moore, anunció que van a seguir adelante los planes de privatizar la sanidad británica, que hasta ahora han ahorrado cien millones de libras (unos 20.000 millones de pesetas) anuales al contribuyente.
Los ahorros prometidos por Moore no son nada comparados con los que el ministro de Hacienda, Nigel Lawson, ofreció a los reunidos. Prometió reducir los impuestos en un 25% y reformar el sistema tributario que grava los segundos sueldos en una familia.
El extraordinario cuadro que pintó para la economía del Reino Unido, que crecerá en un 4% este año -"más que ninguna otra de las grandes economías del mundo"-, estaba en consonancia con el optimismo que reina en Blackpool.
La primera ministra, Margaret Thatcher, dijo a un grupo de jóvenes conservadores que espera ver a su partido dirigir la entrada del Reino Unido en el siglo XXI.
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