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Religión a la italiana

El problema del horario de las clases de religión, que no tiene fácil arreglo práctico, pero que todavía puede solucionarse, solamente es el aspecto práctico de una cuestión de otra naturaleza que no se presta a minusvalorar de ese modo.El auténtico problema es la relación del Concordato entre el Vaticano e Italia y la Constitución italiana. Políticamente, esto significa relación entre laicos y católicos, entre la Democracia Cristiana y los demás partidos. Pero ni siquiera esto puede reducirse a problemas de relaciones entre partidos. Los católicos no pueden ser menos sensibles que los laicos ante las razones de la Constitución, que son las del Estado italiano. Los laicos no pueden tratar esas razones como objeto de conveniencia política de mayor o menor alcance.

Por eso comprendemos la confusión de los democristianos, que, en su esfuerzo por un acuerdo razonable de mayoría sobre el asunto, han visto que el Vaticano les cerraba el paso, y hoy ven que Craxi asume una postura que les descabalga de la relación con las autoridades vaticanas.

Nos parece imposible salir del callejón sin salida acogiendo sencillamente las exigencias vaticanas. Tal vez se pueda encontrar la solución recomendando a las escuelas que coloquen la enseñanza de religión a primera o última hora y dejen que los organismos escolares decidan en aquellos casos en que ello sea materialmente imposible.

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6 de octubre

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