Peydró, en una silla de ruedas, exculpa a su hijo y declara que Sofico se hundió por una maquinación
La declaración de Eugenio Peydró Salmerón, de 81 años, ocupó la primera sesión del juicio por el caso Sofico, que se inició ayer en la Audiencia Nacional de Madrid, 13 años después de que se descubriera el escándalo financiero e inmobiliario. Peydró dedicó gran parte de las respuestas a exculpar a su hijo de cualquier responsabilidad derivada de la gestión de Sofico, asumiendo toda la responsabilidad. "Sofico soy yo", dijo varias veces, y achacó la quiebra del holding del caballito de mar a "una maquinación de alguien muy poderoso". Los dos únicos procesados son Eugenio Peydró Salmerón y su hijo Eugenio Peydró Brillas, acusados por el fiscal de un delito continuado de falsedad como medio para cometer estafa, y pide 12 años de cárcel para cada uno.
El Tribunal Supremo afirmó en 1978 que no había indicios para continuar las actuaciones contra los otros miembros del Consejo de Administración del grupo de empresas, el teniente general Rafael Cavanilles; el ex presidente de la Audiencia de Guadalajara, Segismundo Martín Laborda; José María López Pelegrín, intendente de Hacienda, o el abogado Hipólito Jiménez Coronado, algunos de ellos ya fallecidos.El principal acusado declaró desde una silla de ruedas, y sorprendió a los asistentes al juicio por su lucidez mental, la facilidad de su verbo y la mordacidad de que hizo gala en algunas respuestas. En un descanso, con evidente buen humor, invitó a un grupo de periodistas para explicarles el caso Sofico "delante de un whisky".
En todo momento, Peydró superó la presión de los interrogatorios del fiscal y de los acusadores privados, con un control total de la situación. A las preguntas comprometidas contestaba con detalles que no le habían preguntado o con otras preguntas dirigidas a los abogados que le interrogaban.
Una de las veces, una respuesta suya dio origen a un enfrentamiento verbal entre el presidente del Tribunal, Roberto Hernández, con el acusador Manuel Jiménez de Parga, hasta tal punto que Hernández amenazó a gritos al abogado y ex ministro con retirarle la palabra.
Con el fiscal mantuvo el siguiente dialogo:
Fiscal. Cuántos apartamentos dejó sin entregar?
Peydró. No sé, sé que he entregado 4.500 y que la gente que los ha comprado ha ganado cinco o seis millones cada uno (...) El 31 de diciembre de 1973, Sofico tenía 250 millones en el banco y 1.000 millones en terrenos...
F. Pero en junio de 1974 dejaron de construir...
P. Yo no he dejado de construir nunca.
F. Usted no, Sofico.
P. Sofico soy Yo.
F. ¿Por qué a 3.000 propietarios no se les han entregado sus apartamentos?
P. Yo parto de una base...
Presidente. Le ruego que no se vaya por las ramas y conteste.
P. Para quien sea: es una vergüenza que hayan hundido Sofico por un cheque de 15.000 pesetas.
F. ¿Por qué no entregaron 3.400 apartamentos?
P. Porque llegaron a unas o maquinaciones tan grandes y un o ambiente tan increíble... Tuvieron tres años para hundir Sofico y no lo consiguieron.
Banqueros o políticos
Peydró dijo que no sabía quién era el culpable del hundimiento de Sofico, aunque lo sospecha. Insinuó que la banca a la que él hacía la competencia ventajosamente o alguien político con mucha fuerza pudo ser responsable de la quiebra del holding.Eugenio Peydró afirmó que quiso pagar las deudas que tenía, pero que no le dejaron. "Yo hubiera vendido cuatro cosas y hubiera pagado", añadió, "porque hasta 1974 nos sobraba dinero por todas partes. Éramos la empresa turística más importante de Europa. Yo he sido multimillonario, pero a partir de esa fecha ha habido una maquinación extraordinaria y me han dado una puñalada por la espalda". Agregó que suspendió pagos porque sus asesores le dijeron que era lo mejor para las viejecitas que habían invertido en Sofico. "Tenía mucho más de lo que debía", puntualizó, "e incluso traje 365 millones que estaban en un banco en el extranjero para salvar Sofico.
Exculpó a su hijo de cualquier responsabilidad. "Pobrecito. Mi hijo", explicó Peydró, "estudió cinco años en Inglaterra, y cuando volvió le puse en el Comité Ejecutivo del Consejo (Cecom) para que aprendiera. Era consejero delegado y tenía firma, pero no pintaba nada. Sólo decidía yo".
Atacó a la comisión liquidadora del patrimonio de Sofico, de la que dijo que había malvendido los bienes del holding a unos precios irrisorios. "Yo me ofrecí a asesorarles, porque yo quería salvar Sofico y que mis viejecitas no perdiesen nada, pero no me dejaron".
Peydró tuvo palabras duras para los cargos públicos que estaban en el Consejo de Administración: "Todos esos generales que ustedes dicen que yo he nombrado", se lamentó, "han venido cuando Sofico estaba arriba, no cuando empezaba, y todos cobraban por ser consejeros".
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